Día 1

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Mis venas comienzan a arder, al igual que mis frágiles pensamientos. Me encuentro a nada de perder la cabeza. Como si mil estrellas cayeran sobre la tierra sin saber cómo volver al ala de su cálido hogar.
El sonido del viento ni siquiera es buena compañía, apela a la destrucción de lo que me queda de cordura. Estuve frente al espejo y no sabía describir correctamente lo que era. ¿Aún quedaba algo de lo que fui en cierto momento? No lo creía. Intentaba mantenerme en la oscuridad, fuera del pensamiento lógico, intentaba ser un ente más de lo que se decían eran personas. Sin embargo, ¿Aquella transformación sería dolorosa? ¿Estaría pasando por el cambio? O sólo era lo contrario y tendría que seguir viendo lo que la vida significaba en realidad.
Estaba molesto, indignado, quería volver a aquellos vicios. Un cigarro, una botella de Ron, ya no me importaba. Pero al contrario, tenía que soportar los gritos de aquellos sujetos, "Tienes que hacer esto, no hagas aquello. Compórtate, muy pronto tendrás que actuar de determinada manera, será tu trabajo, tu futuro". Si no fuera tan cobarde hubiera acabado con ellos hace tiempo. No es que no lo haya imaginado, esos mismos pensamientos, en parte, son los culpables de mi locura. También la idea de acabar con mi vida. Pero es aquí donde la cobardía vuelve a sumergir incluso en esta situación . Y lo peor es que ya lo había intentado. Desde cortes horizontales hasta verticales, comprar un arma y no las balas, tomarme varias cajas de antibióticos para luego meter mis dedos hasta la garganta y escupir uno por uno. Doy vergüenza, asco y decepción. Lo sé, mas no debería ser problema de los demás. No lo repitan, mi conciencia ya lo hace por ustedes, no la incentiven a más.
De todas formas no siempre es así. Hay momentos en los que quisiera seguir, esos mismos en los que logro escapar, huir...
Creo amigos, parejas, situaciones emocionantes, todo está dentro de mi cabeza, es como estar soñando con los ojos abiertos, si logrará estar en ese lugar por siempre mi vida sería mejor, no me haría falta comer o dormir, porque ya lo haría allí, en ese magnífico lugar. Es claro que también existen los problemas, no es todo color de rosas, sin embargo existe aquella persona que sabe contenerme, en esta vida diaria también existen aquellas personas que tienen gran afecto hacia mí, no es que sea un ser completamente solitario, pero con aquella persona es diferente, es algo más profundo que el amor, es un sentimiento tan cálido de confianza, saber que yo soy su todo y esa persona es el mío, sentir sus brazos y cariseas, dormir junto a esa persona me llena.
Luego vuelvo y veo que no está, ni siquiera existe, su rostro es una combinación de otros, creado por mi cerebro, al igual que sus actitudes, hobbies, miedos y pensamientos. Es mi obra maestra, el ser vivo más perfecto que se podría crear, soy su Dios. Un Dios creador que sólo puede ver esa magnificencia dentro de su cabeza. ¿Que podría ser más cruel que eso?
Podríamos encontrar ciertas semejanzas con nuestro propio Dios, él sobre el cielo, observando, nosotros sobre la tierra intentando buscarlo.

Luego de un té de tilo me encontraba más clamado, neutro, miraba por la ventana, veía como comenzaba a llover, que triste debe ser aquellas gotas de agua, me imagino que se comparan con los suicidios de ciertas personas al lanzarse de un rascacielos, todo su cuerpo termina chocando contra el suelo, provocando que todo de ellos termine esparcido por el mismo, al igual que las gotas de lluvia, se expanden al tocar tierra. La notable diferencia esta en que el agua es absorbido luego de su caída y no mueren, siguen siendo parte de la vida diaria aunque uno no se de cuenta. Mientras que el ser humano es levantado como si fuera estiércol y luego sepultado, también es absorbido por la tierra, es verdad, sin embargo siempre queda algo de él, una pasado, un presente, pero ya no un futuro, no sigue siendo parte de la vida en sí...

Mi ceño se terminó por fruncir, estaban interrumpiendo mi momento de paz, girarme para poder visualizar la puerta ya era molesto, pero ir y abrirla por culpa de una molestia era peor.

- Hola - Cabello rubio con un par de trenzas, algo de ropa desgastada y un rostro imposible de ver, era otro sujeto, otro que venía sin un rostro, como todos los que habitaban este planeta. - Soy su nueva vecina, mi nombre es Carol - asentí esperando que se fuera, pero no lo hizo.

- Bien por ti.

- Entonces, ¿Tienes nombre? - Solo le solté un claro y fuerte "No" para poder cerrarle la puerta, puse el seguro y fui a mi habitación, donde se encontraba la televisión, solo pude prenderla y ver programas al azar con personas sin rostro, siempre personas sin rostros, esa era mi maldición y mis penumbras.

Solo nací y allí estaban las únicas personas con rostro, mis padres, sin embargo estos murieron y quedé a la deriva siendo un triste ser, sin nadie a quien ver a los ojos, porque nadie los tenía, nadie a quien besar, ya que bocas no tenían. Solo personas, caminando, corriendo, existiendo, y quizás viviendo, eran sus vidas, sin embargo no era una buena, estaba programada, como las de todos, nacer, crecer, estudiar, trabajar, casarse, reproducirse y morir, una y otra vez la misma secuencia. Algo que siempre anhelé, pero a diferencia del resto yo solo nací, crecí y dejé de ser "Alguien", para terminar siendo "Algo".
Apagué aquel aparato, me tiré sobre la cama y comencé a ver el techo de mi apartamento.

- Ridículo - Ocho letras que habían escapado de mis labios, cerré los ojos y terminé por irme a mi mundo tan perfecto, uno que traía consigo crueldad, pero no era la misma que la que habitaba en mi plano terrenal, era una menos dura, menos dañina y más placentera.

Sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora