Día 3

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Los rayos del Sol volvían a ser visibles, al igual que mis fortuitos pensamientos por dejar esta vida, lamentablemente aquellas ideas serían interrumpidas por una reunión que tendría en algunas horas, funcionarios y nuevos interesados en mis proyectos vendrían a verme, estaba tan nervioso, no tenía porque negarlo, incluso mi encargado de finanzas se encontraba de esa manera, el banco contento como siempre, pues si invertían serían más ganancias para ellos, y bueno, mis tutores a cargo interesados en cuál sería el veredicto final.

- Solo recuerda, actúa natural, como si fuera un día simple y normal - Ese era el problema, no iba a poder ser un día normal, claramente no, odiaba estas reuniones, por eso le pagaba a un sujeto como este, para que se encargara de todo contacto con cualquier ser humano sin tener que involucrarme.

- Creí que tu salario era bueno.

- Y lo es, sin embargo la gente quiere verte, quiere saber quién está detrás de aquellas ilustraciones, de aquel contenido, quién es el artista responsable señor. - Sonreí de una manera bastante frustrante, seguía sin agradarme aquel argumento.

- Espero que la próxima vez no tengamos que pasar por esto, es cansador.

- Pero señor, solo es una vez al mes, algunas reuniones quizás se repitan en la misma semana pero nunca son tan seguidas, incluso la última fue hace casi tres meses, no debería impacientarse demasiado - Apoyé mi cuerpo contra el respaldo del sofá que se encontraba en la sala, dubitativo de si seguir intentando mostrarle mi punto de vista a este sujeto o resignarme antes de que perdiera la poca paciencia que me quedaba.

- De acuerdo, solo encárgate de que no dure tanto tiempo - tome mis cabellos con indignación, tironeando un poco de estos hasta poder sentir algo de dolor, siempre he dicho que cierta cantidad de malestar superaba otras, una situación dañina superaba otra, era simple lógica.

Al llegar los indeseados invitados solo podía ver trajes negros, horribles e inhumanos trajes negros, si la gente ya era terrible por el simple hecho de no tener un rostro, imagínense a estos sujetos, los cuales eran dueños de toda esta ficción. Me daban más que asco, no podía ni quería verlos.

- Buenos días, me alegra que pudieran a haber venido, sé que no es lo habitual, ya que generalmente nuestros encuentros son en una oficina, sin embargo el artista detrás de todas sus ganancias a decidido, en forma de agradecimiento, dejarlos entrar dentro de su cueva, ahora, por favor, sean bienvenidos. 

- Déjenme ver si entiendo, esta grandísima perdida de mi valioso tiempo, dentro de un departamento pequeño y no tan halagador, debo tomarlo como una muestra de agradecimiento - aquel sujeto desprendió una carcajada demasiado falsa para mi gusto, además de que resultaba ciertamente molesta para mis oídos. - Sí que es algo cómico, espero que tengan algo mejor de lo que fue la presentación - Ver como mi encargado se desplomaba minuto a minuto aumentaba todo sentimiento de molestia, a tal punto en que en que me hacía pensar, "¿Realmente es digno de su trabajo?" "¿No me habré equivocado a la hora de elegirlo?"

- Señores, por favor, si tan valioso es su tiempo, de igual forma es el mío, les he dejado pisar mi reino a cambio de un contrato de esclavitud eterna, no os quejéis, pues en realidad los billetes saldrán gracias a mí.

- Todo un poeta, vemos que en realidad habla, y nosotros que pensábamos que era todo un chiste.

- Chistes serán simplemente los que yo decida contar, ahora bien, nos les permitiré venir a mi casa y creerse dioses, pues aquí somos todos simples mortales, si ustedes deciden emplearme, pues lo agradeceré, de lo contrario también, pues lo que yo hago, aunque tenga intérpretes y quizás personas que hagan algo similar, nunca será igual. Por lo que el dinero no necesitaré, sin embargo ustedes habrán perdido gran cantidad - no hacía falta que estos tuvieran un rostro para poder deducir con simple claridad que mis palabras habían resultado ofensivas.

- De acuerdo, firmaremos un nuevo contrato, de aquí a quince años, ni más ni menos - soltó uno de los sujetos.

-Muchísimas gracias señor de verdad, ambos estamos agradecidos - interrumpí a mi funcionario de finanzas, quizás era bueno con los números pero no con las palabras.

- No sueltes tantos disparates en un lapso tan corto de tiempo. Si esa es su decisión la aceptaré, pero no tengo de que agradecer, ya que ustedes compran mis ideas para hacerlas suyas, no es un regalo y mucho menos un acto de buena fe o bondad, esto es un negocio, si deciden o no contratarme ya es problema suyo, no recae sobre mi la necesidad de agradecerles.

- De acuerdo, me agrada como piensas y la fluidez con la que dejas salir tanta poesía, mi oferta es diferente, te permitiré hacer lo que quieras, trabajar como gustes, el contrato se mantendrá abierto, si alguno decide acabar con el se terminará, la única condición es que sigas ganando lo que ganas hasta ahora - tenía que admitir que aquella propuesta me tomó desprevenido, no me esperaba algo como eso.

- Acepto - extendí mi mano en señal de aceptación y de cierta forma de manera en la que se entendiera que había aceptado su oferta. No tardó demasiado en corresponder, luego de eso otros intentaron superar aquella propuesta, sin éxito claro estaba, no quería escuchar lo que los demás balbuceaban, principalmente porque me encontraba algo agobiado por haber estado tanto tiempo en contacto con otras personas y en segundo lugar se debía a la impresión que había causado en mi.

El día dio fin e inicio a la noche, ya solo en casa pude sonreír triunfante al haber obtenido un trato tan majestuoso y todo debido a mi carisma, ideología y forma de ser...


Sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora