Baby you ligth up my world like nobody else
the way that you flip your hair gets me overwhelmed...
Una voz realmente conocida, izo que mis parpados se abriesen lentamente, y que mi garganta produjese uno de los miles de bostezos que iba a tener en el dia. No quería ir al instituto una vez más, no quería, porque era un asco. Mire atentamente mi habitación, aunque la había decrado yo misma, seguía sin tener mi propio estilo. Un hocico peludo, hizo que una sonrisa se apoderada de mis labios. Una gran bola de pelo blanco se introdujo en mi cama, bajo las sabanas, haciendo que unas cosquillas recorrieran mi pierna.
-Sabes que esta prohibido subir ami cama- dije acariciando la cabeza de mi dulce gato.
-Claudia- una voz tranquila y dulce se coló por la puerta.
Mi madre, se ocupaba de despertarme todas las mañanas, aunque viviese al lado del instituto, intentaba levantarme a tiempo.
-Dime- dije tapándome la cara con la almohada aislándome del mundo.
-El desayuno está listo, y tu móvil que estaba cargando en la cocina, no para de vibrar.
Me quite la almohada de golpe.
-Voy.- dije quitándome de encima a la gata y levantándome rápidamente.
Mientras mi madre cerraba la puerta, cpnjuntaba un par de pantalones con las camisetas nuevas, com todas las mañanas. Una vez hecha esta tarea, iba al baño, que se encontraba enfrente de mi puerta, y allí me duchaba y me preparaba para irme al colegio.
Pase por delante de la habitación de mi hermano, y me dirigí a la cocina.
Mi madre preparaba un cola cao, y mi padre, se enontraba en el salón mirando las primeras noticias de la mañana. Corri hacia el enchufe donde estaba mi móvil, y rápidamente abrí los Whatssaps.
Uno de ellos era de Paula, y los demás eran de uno de los cuantos grupos que eníamos.
Abrí el de Paula y me invadio una sonrisa.
"BUENOS DIAAS MR. SUPERMAAAN"
Cerre los ojos, recordando ese estúpido día...
Yo, una chica que apenas estaba empezando el instututo, me había fijado en el, un chico totalmente prohibido. Estaba prohibido, porque ningún chico de 15 años, se iba a fijar en una "niña" de apenas 12. Si amigos, una cruel realidad, para mi fue un flechazo. Moreno, alto, altlético, gafas de pasta, y ojos marrones, era el prototipo de chico, que encajaba en mis pensamientos.
Ese díá, el llevaba lo que podía haber llevado cualquier chico normal, pero simplemente, lo hizo especial. Una camiseta de Superman, que le quedaba realmente bien.
Se lo había dicho a mis amigas en cuanto deje de mirarlo, y desde ahí. Ángel Lanza, se había convertido en Superman.
