Capítulo 11 - Ventana rota

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Ellen Foster:

Coloqué uno de los libros en la estantería y suspiré. Agarré otro de los libros y miré las letras en el lomo para ver dónde debía colocarlo. En la biblioteca del instituto, lo libros siempre se habían ordenado por orden alfabético del título de la obra, pero desde que se había cambiado de director, se habían comenzado a colocar según el apellido del autor. Y, claro, eso hizo que se armara un gran escándalo. Ahora, cualquiera encuentra un libro si no está en su sitio... O hay que darlo por perdido, o buscarlo por todas partes. Suspiré de nuevo.

-¡¡¡Ah!!! ¡Basta ya! -Exclamó Rebecca. -¿Se puede saber qué te pasa hoy? ¡Esta es la decimocuarta vez que suspiras! ¿Estás bien? -La miré, perpleja. ¿De verdad había suspirado tantas veces?

-Perdona... -Dije. Suspiré de nuevo y, seguidamente, me tapé la boca. Sentí que la mirada de Rebecca me clavaba cuchillos.

-¿Te ha pasado algo estas vacaciones?

-No... -Dije dándome la vuelta y colocando el otro libro. Cogí el siguiente.

-Ya... ¿esperas que me lo crea? He pasado por mucho. -Dijo orgullosa.

-¿A tus veintidós años? -Pregunté poniendo los ojos en blanco. Ella asintió.

-No subestimes mi poder.

-Ah... Bueno, pues fui a la famosa fiesta de Navidad de Amber Owens.

-¿A la de esa chica? -Preguntó con horror. -¡No te pega nada!

-Me lo pidió Sarah... No me pude negar. -Contesté mientras dejaba la caja vacía (de la que había estado sacando los libros), apilada junto a la entrada. -¿Quieres que haga algo más? -Pregunté mientras me acercaba a su mesa. Estaba corrigiendo montones de papeles: leía, tachaba cosas con un bolígrafo verde y escribía a toda velocidad. -¿Estás corrigiendo nuestras redacciones de filosofía? -Asintió. -¿Y cómo se corrige eso?

-Si te soy sincera, ni yo lo sé. Solo hay que pensar en si habéis reflexionado sobre el tema y ya. -Respondió elevando sus hombros. -Bueno, no me cambies el tema. ¿Qué pasó en esa fiesta que te tiene suspirando?

-No suspiro por eso, sino por las consecuencias que han tenido lo que ocurrió allí.

-¿Y bien? -Preguntó con curiosidad.

-Insistes demasiado... A ver, ¿por dónde empiezo?


***


-Jajajajajaja... ¿Vives en una comedia romántica? -Exclamó cuando hubo escuchado todo. Primero había puesto una cara extrañada. Después, se había imaginado la escena. Y, por último, había logrado hacerla reír. -Bueno, ¿y por qué no le dices quién eres y empezáis a salir?

-Mira, ya he tenido esta conversación con Sarah. Y no pienso hacerlo. ¿Tienes idea de la situación en la que estaría si lo dijera? Además, ¿qué estás diciendo de empezar a salir?

-No, si eres tú la que te has metido en la boca del lobo. -Dijo ella riendo.

-Estoy completamente segura de que se decepcionaría si me conociera. -Respondí, sentándome en un taburete que había junto a la estantería de literatura inglesa, para llegar a los sitios más altos. -No soy como las demás.

-Pienso lo contrario. A lo mejor es eso lo que le gusta de ti. ¡Aaay la juventud! -Comentó.

-Tienes cinco años más que yo. -Dije observándola con extrañeza.

-Y han cambiado tantas cosas... ¿Sabes qué? ¡yo nací para ser vieja! Hihihi. -Me reí. Rebecca es una persona extrañamente genial. -¡Ah! ¿Qué hora es? -Miré la hora en mi móvil.

Sabor a chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora