Era una noche fría, como cualquier otra, un pueblo escondido, como uno más, una casa, como otra del montón, construida de madera como muchas a su derredor, de color café oscuro, como un tono no fuera de lo común, las ventanas de cristal estaban cerradas pues en su interior una mujer se encontraba en labor de parto, como cualquier moza en el mundo.
Todo estaba a oscuras, el lugar carecía de luz, por lo tanto, utilizaban velas para su iluminación, aunque, no había mucho que iluminar, era un cuarto pequeño <<con suelo de madera que se encontraba suelta, tanto, que a cada paso se podía escuchar como la misma rechinaba, algunos clavos se encontraban salidos y otros estaban fuera de su lugar, las paredes agrietadas por la misma tabla cuarteada y pintura gastada, el techo se encontraba cubierto de parches realizados de muchos tipos de tronco, por el rocío que había, era fácil que el agua se filtrara, por lo tanto, la astilla también comenzaba a pudrirse de ahí>>, y de pocas cosas, lo conformaba una cama realmente grande <<realizada de palo de encino, pintado de un ocre oro>>, un mueble de unos cuantos centímetros <<de la misma madera, aunque era realmente pequeña, si un niño de dos años se acercara, podría subirse fácilmente y recostarse, tal vez sus piececillos colgarían un poco. Era de color ocre oro y tenía un espacio debajo, justo donde había un cajón, más bien, donde debía ir un cajón>>. Atrás de la puerta se encontraban unas decoraciones hechas por móviles <<los cuales tenían algunos símbolos, líneas, runas e imágenes de animales, todos y cada uno de ellos, realizados con finas cuerdas de oro, casi no se notaban, parecían pequeños destellos en el ambiente a causa del brillo de las estrellas y de un par de velas que iluminaban el lugar>>. En la cama, una mujer, de negra cabellera, larga y ruleada, de ojos multicolor, a causa del invierno, con una figura digna de una Diosa, no importaba que tuviera dos vidas dentro de sí misma, ella seguía viéndose igual o más hermosa de lo que era, su piel era blanca y reluciente, era de esperarse por la ubicación de su reino. Sobre el mueble, se encontraban unas cosas para ayudar sobre la cuestión en camino, entre éstos, una bandeja de plata llena con agua tibia y algunos trapos como toalla hechos de tisú, unas tijeras de hierro con filo de diamante, hilo de oro, unas pinzas de plata y más trapos de tisú secos.
La partera, una mujer de edad avanzada, de cabello rubio perfecto y ojos marrones, se encontraba realizando su labor, miraba a la dama recostada que se estremecía y gritaba ante las dolencias ¿Quién se iba a imaginar que después de entregarte a un ser que amas viene algo doloroso? Pues ahí se encontraba esa mujer, sufriendo las consecuencias de una entrega total de amor
- Vamos mujer, vamos Tonanzin, niña linda, espera un poco más- comentó la anciana mientras intentaba divisar si el producto de la fantasía y amor ya estaba dispuesto a observar y vivir en el exterior
- ¡No puedo! - gritaba la madre - deben nacer ya, pero este cuerpo débil no quiere que suceda - dejó caer la cabeza hacia atrás y miró al techo - todo sea por su bien, su padre realmente los anhela - levantó la cabeza y divisó a la anciana - debes mirar sus tobillos, el elegido a reinar nacerá con la marca, si algo me pasa los cuidarás y procurarás, que nada les falte y sobre todo, -la observó con la mirada sería - que nada les suceda.
La anciana la miró, algo preocupada, era su primer parto pero a pesar de todo, se veía grave. Ésta vez temía por la vida de su adorada hija.
*~*~*
Después de un rato, las contracciones comenzaron a ser más constantes, las dos vidas venían ya en camino; así fue como la comadrona empezó a realizar su propósito, traer ambas criaturas a salvo al mundo, con mayor esfuerzo sobre la primera que fuese a nacer.
Los gemidos de dolor aumentaban en Tonanzin, el primer infante ya estaba en camino, su cabeza se lograba ver, no muy bien, ya se sabe que estaba todo oscuro, la luna, que apenas se asomaba de su llegada con su dueño, no proporcionaba tanta luz como debía y las velas no eran tan luminosas.
Otro gemido acompañado de un grito, el primer bebé comenzaba a asomarse, la vieja sonrió de felicidad y tomó una toalla para poder limpiar el lugar que va manchando así como el lugar de nacimiento del primogénito.
- ¡Continúa! – Animaba la mujer – no pares, vas por el primero.
Un clamor desgarrador retumbó por todo el cuarto, los hombros se veían ya, una ráfaga de viento, fuerte y azarosa, abrió las ventanas mitigando las velas.
- Uno más mujer. Sólo uno más.
Un grito ahogado sonó hacia los adentros de la madre, una ligera liberación se sintió en todo su cuerpo... y nació, el primogénito nació.
La vieja tomó al pequeño en brazos y lo limpió tranquilamente, escuchó algunos pequeños sollozos antes de gritos que provinieron de aquella criatura, acarició su pequeña mejilla y siguió limpiándolo.
- ¡Cloe! Mira sus tobillos, debe mirarse algo – dijo la mujer en la cama.
- No puedo, no logro notar absolutamente nada - contestaba la otra mientras seguía el líquido amniótico que el bebé tenía, Cloe la puso sobre la cama para así seguir con su labor.
Un trueno suena por los cielos mientras la morena volvía a gritar, el parto aún no terminaba, otro bebé venía en camino.
-Vamos nena, sólo uno más, tú puedes – seguía animando. Tonanzin continuaba con su labor, el esfuerzo era aún mayor, había pasado hace unos minutos por el primer parto, debía realizar un segundo enseguida y con el mismo esfuerzo, pero la fuerza estaba algo desgastada, costaba más trabajo.
Con ayuda de Cloe seguía el parto, intentando hacer lo mejor posible para evitar algún padecimiento.
La lluvia que se estrellaba por aquella ventana era fuerte, ésta chocaba con tal intensidad, que hizo quebrar el cristal. A la par, se escuchó otro un grito, un grito pequeño proveniente de una pequeña garganta, el nacimiento de otro individuo había llegado a su fin y se encontraba a enfrentar al mundo junto con su pareja.
Después de un breve descanso, Tonanzin tomó a su primogénito, con sus hermosas, suaves y finas manos, con esfuerzo y delicadeza hacia sus brazos y besó su frente. Posteriormente, realizó lo mismo con la segunda criatura y sonrió tranquilamente. Teniendo a ambos en sus brazos, algunas lágrimas corrieron por sus rosadas mejillas mezclándose con el sudor por el esfuerzo.
- Tu padre estará muy feliz de mirar esos hermosos ojos, azul y verde, el cielo y la tierra, el universo y la hierba – comentó mientras de nuevo, besaba sus frentes y cuidaba.
La lluvia paró por un momento, todo parecía tranquilo.
Un trueno iluminó el cielo y todo el lugar.
Una silueta grande y fornida se hizo ver a través de los relámpagos.
Así comienza el principio de un gran final.
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Adonis
Fantasy¿Qué es un Dios? ¿Se nace siéndolo o es sólo una expresión? ¿Qué pasa si lo eres pero en realidad no crees en nada de ello? Losine, una joven la cual vive sola en un pueblo olvidado de Francia, amante de los libros y el arte, siempre tenia algunas h...