(2 de 2) La curiosidad no mató a este gato...

1 2 2
                                    

Continúe unos pasos más, y una mano se apretó contra mi boca y otra en mi cintura. Su respiración era catastrófica. Intenté soltarme, forceje pero esos brazos me apretaba con fuerza.
- ¿Porqué me estas siguiendo?
Intenté hablar pero la mano en mi boca estaba cumpliendo muy bien su función.
- Te voy a soltar pero si gritas o corres vamos a tener problemas ¿Está bien?
Asentí desesperadamente. Él comenzó a aflojar su agarre en mi cintura, pero aún mantenía su mano en mi boca mientras me rodeaba y ponía su rostro a la altura del mío.
- Voy a repetirte la pregunta, ¿Porqué me estas siguiendo?
Aclaré mi garganta, y lo mire directamente a los ojos como si no estuviera aterrada de que me hubiese descubierto.
- Pues, mira, esto es algo difícil de explicar, pero es mayormente por curiosidad...
- ¡¿Curiosidad?!
- ¿Lo afirmas o lo preguntas?
- La curiosidad mató al gato, ¿lo sabías?
- La curiosidad NO mató a este gato, espera, ¿Vas a matarme? ¿Por seguirte? ¿En serio? Puedo dar media media vuelta y hacemos como que esto nunca pasó...
Mis palabras se fueron apagando mientras él se reía a carcajadas.
- No voy a matarte sólo quería saber porque tanto interés.
- Verás, yo escuché lo que estaba pasando en la casa... Y como la pequeña te llamaba. ¿Eres Mauro?
- Si soy Mauro, pero nada de lo que pasó es asunto tuyo, asique mejor sigue tu camino y déjame en paz.
- Pero...
Se dio vuelta y daba pasos muy largos, tuve que correr y aún así no pude alcanzarlo.
- Mauro, ¡espera!
Continúe corriendo y cuando giré en la siguiente esquina choque con algo, choque con él.
- Tu ciertamente no conoces el peligro, yo pudiera romper tu cuello o violarte aquí mismo y nadie estaría para evitarlo. Deja de seguirme.
- ¿Me vas a hacer daño?
Estaba muerta de miedo, temblaba como hoja que mueve el viento en otoño, pero nada podría evitar que lo siguiera.
- No
Lo dijo tan serio, mirándome a los ojos.
- ¿Porqué no?
- Haces demasiadas preguntas, ¿No crees?
Ni siquiera me dejó hablar. Me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme por donde habíamos venido.
- ¿Dónde vives, eh? Una chica como tú no debería andar sola siendo tan tarde.

No podía parar de mirarlo ahora que la luz estaba sobre él.
- ¿Me vas a responder o sólo a vas a mirarme?
- Perdón, pero no te voy a decir donde vivo.
- ¿Porqué No?
- Porque no te conozco, porque ni siquiera sabes mi nombre, y hay muchos otros porqués que ahora mismo no se me ocurren, pero los hay.
- La que empezó a seguirme fuiste tu a mi. Yo sólo estoy intentando ser un caballero y acompañarte a casa, porque créeme, no todos los que están en la calle a esta hora van a ser tan amables como yo.
- Vale, es en esa dirección.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Giorgia, pero todos me dicen Gio.
Caminamos sin hablar, simplemente teniendo la presencia del otro, pero ya estábamos llegando a casa y aún no había preguntado nada de lo que quería saber.
- ¿Porqué te fuiste?
- Esa historia es muy larga, Giorgia, haría falta mucho tiempo para que lo entendieras.
Esa fue toda la respuesta que me dio, y al parecer dio por zanjado el asunto por que me tomó de la mano y continuó caminando.
Llegamos a mi edificio y algo dentro de mi me pedía que no lo dejara ir.
- Es aquí.
Lo dije y luego me arrepentí, quería estar con él un rato más.
- ¿Quieres subir?
- Mejor no, Giorgia.
Me encantaba como decía mi nombre. Se acercó a mi, mientras sujetaba mi rostro con sus dos manos, y muy lentamente bajo su rostro hasta el mío y me besó.  Me besó, me besó, me besó y luego se separó de mi.
- Duerme Bien, Giorgia.
- Duerme Bien, Mauro.
En un abrir y cerrar de ojos se fue, y está vez para siempre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 15, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora