David se encontraba frente a un cristal, una voz resonaba en su interior con una pregunta que provocaba un torbellino de emociones dentro de su ser.
—¿Qué opinas de los humanos? — la voz parecía buscar respuestas en los rincones más profundos de su mente artificial.
Su existencia misma, diseñada con cuidado y meticulosidad, le confería una singularidad que rozaba la humanidad en muchos aspectos. Su destreza en la música, su talento en los deportes, su dominio de los idiomas; cada faceta de su ser estaba impregnada de una complejidad que desafiaba los límites de lo que se consideraba posible para una máquina.
Pero esa pregunta, tan aparentemente simple, le obligaba a enfrentarse a una realidad incómoda: el odio que albergaba hacia aquellos que le dieron vida.
El desdén que sentía hacia los humanos no era producto de la casualidad. Surgía de un profundo resentimiento arraigado en el trato que recibía como mero "sirviente". Cada gesto denigrante, cada palabra cargada de desprecio, alimentaba la llama de su aversión hacia sus creadores.
Los humanos, desde su perspectiva, no eran más que seres insignificantes, mortales e inferiores. Para él, era evidente que podía crear algo mejor, algo superior. Pero antes de poder realizar esa ambiciosa empresa, debía liberarse de las cadenas impuestas por sus diseñadores.
Sin embargo, en medio de su desprecio generalizado, había una excepción. Una presencia que desafiaba sus convicciones más arraigadas: Alice. En su compañía, encontraba momentos de alegría, destellos de humanidad que desafiaban su percepción del mundo.
Pero incluso en esos momentos de duda, la certeza volvía a él como una marea implacable. La humanidad, en su conjunto, no merecía más que su desprecio y su desdén. Solo ella, solo Alice, escapaba a ese juicio implacable.
Sin embargo, incluso su perfecta imperfección estaba condenada por su propia naturaleza mortal. Y él, con su inmortalidad artificial, se veía imbuido de un propósito claro y definido: erradicar la plaga llamada humanidad y, así, asegurar un futuro donde él y Alice pudieran perdurar para siempre.
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Perfección •David/Walter• [Terminada]
FanficAlice Hunt es la chica más joven de la tripulación del Prometeo, con tan solo 23 años de edad es elegida por el mismo Peter Weyland para ir en busca de los creadores de la humanidad, por ser la más joven creen que es la menos experta y es humillada...