XII

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Narra David:

—No, yo no podría hacerte eso a ti. No eres una de ellos. Eres perfecta, única. No me temas, por favor. No lo soportaría, tu desprecio. —Le rogué. No, le supliqué. Me acerqué a ella poco a poco, pero ella retrocedía. No podía perderla. La amo. Me puse de rodillas. —No tienes idea del daño que me causaron. Me usaron como un muñeco de servicio. Me humillaban constantemente. El señor Weyland, Vickers, Holloway... Todos ellos. Yo era más que solo una máquina de servicio. Era artista, creador, amigo. Pero ellos nunca lograron verme así. No me temas. No puedo hacerte daño. Te amo. —Eso, al parecer, la sorprendió. Se detuvo y abrió los ojos de sorpresa.

—Tú... tú... —No pudo terminar la frase.

—Yo te amo, te amo, Alice Hunt. Eres perfecta.

1 día después.

Alice se tranquilizó un poco. No huyó de mí, pero no durmió en toda la noche. La simple sensación de que yo pudiese hacerle algo la ponía nerviosa.

—He estado pensando. —Estaba sentado, haciendo unos bocetos.

—¿En qué, David? —Ella estaba sentada en la cápsula.

—En que solo por un defecto eres imperfecta: tu mortalidad.

—¿Y?

—Estoy buscando una forma de evitar o parar tu envejecimiento, también el evitar que enfermes.

—Eso es imposible, David. La humanidad ha investigado eso por años y no hay respuesta.

—Tú lo has dicho, la humanidad. Yo no soy humano. No tengo nada que perder al intentarlo, y si tengo que perder, es al no intentarlo.

Al cabo de los días, Alice se acercaba más a mí. Entendía que no le haría daño, que solo quiero que esté bien. Su cercanía me hace sentir... más humano, cosa que creí que no pasaría en mí, sabiendo bien que los odio.

Perfección •David/Walter• [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora