Capítulo 2

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Desde que tengo memoria, siempre he estado en un vaivén de emociones. Nunca sentí la necesidad de tener novia o de besarla y amarla hasta el agotamiento. Tampoco recordaba que mis sentimientos fuesen arrasadores, incapaces de mantenerme en pie. A diferencia de lo que me hubiera gustado pensar, ni siquiera con Shirley sentí ese amor incontrolable.

Mis padres me repetían todo el tiempo que aquello era normal, que no todos podíamos llevar el amor de la misma forma. Sin embargo, siempre me sentí algo excluido de las opiniones que escuchaba a mi alrededor. Como si no conectase con ninguna de ellas.

Me sentía diferente, aunque no tuviese porque sentirme así, lo hacía. Porque yo siempre me encontraba fuera de todo.

Por eso ahora, mirando fijamente al chico de ojos dorados sentado en mi cama, intento entender qué está sucediendo. Porque he pasado de encontrarme fuera de todo a tener a un chico desconocido en mi casa, quien hace unos pocos minutos era solamente un gato. Frunzo el ceño mientras apoyo mis brazos en el respaldo de la silla de mi escritorio, analizando todo lo posible a ese ser desconocido.

-¿Quién eres?

El susodicho me mira a los ojos ligeramente confundido.

-Soy Gwyn, amo.

-No, no me refiero a eso. ¿Quién eres en realidad? ¿Por qué eras un gato y ahora de repente un humano? ¿Cómo es siquiera posible?

-Porque Gwyn es así, amo. Él ha nacido así.

Sacudo la cabeza, frotándome las sienes en el trayecto.

-Eso no tiene ningún sentido. No es posible que un gato pueda transformarse en un humano. No estamos en un libro ni en una película para que eso ocurra. Tiene que haber una explicación.

-No hay otra explicación que la de que Gwyn nació en una familia igual a él. Toda mi familia es así, amo.

-Primero que todo, por favor, deja de llamarme amo, es... incómodo -Recalco con una ligera mueca. Acto seguido, grabo perfectamente el iris de sus orbes en mi cabeza mientras pienso en lo siguiente que decir-. Segundo, ¿cómo conseguís hacer esas cosas si es completamente imposible?

-No sabría explicárselo, am... -Su voz enmudece al estar a punto de formular esa palabra de nuevo. Traga saliva antes de retomar la palabra-. La transformación es algo similar al de un licántropo. Lo hacemos cuando nos sentimos amenazados o buscamos protección contra algo o alguien. En mi caso..., es algo un poco diferente.

Le miro en completo silencio, todavía con demasiadas preguntas rondando por mi cabeza. Sin embargo, ninguna de ellas la digo en voz alta. A pesar de las dudas que siento al respecto y de lo preocupante que es tener a una criatura anormal como él en mi casa, soy incapaz de pedirle que se vaya. No cuando veo sus orbes brillar con miedo a lo que pueda decir, ni como se aferra inconsciente a esa prenda de ropa para sentir su calor. Es algo que consigue desestabilizarme.

-¿Por qué... estabas solo?

-Yo..., tuve que huir de mi familia. No podía seguir con ellos más tiempo.

-¿Es por eso que aceptaste venir conmigo?

Su única respuesta es mover la cabeza afirmativamente. Juega con la manga de mi camisa mientras yo intento buscar una solución para todos. Que se quedara conmigo era una locura y a su vez un gran peligro. Todavía no había hablado con mis padres de Shirley, de mis sentimientos, de todo lo que ello suponía. Si daba la casualidad de que ellos encontraran a Gwyn y Shirl les contase mi situación..., no quiero ni imaginarme qué pasaría entonces.

Sin embargo, echarlo tampoco era una opción viable. Después de todo, no sabía qué le había llevado a huir, ni tampoco si tendría un lugar al que regresar.

Ojos de gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora