Pas de Deaux

Epílogo.

Volví por fin a casa. La última presentación de la compañía sería aquí y no puedo estar más feliz. Después de dos años me siento como un extranjero en mi propia casa pero no me importa, estoy de vuelta y que mejor final que terminar donde todo inicio.

La presentación fue en el Teatro de la Ciudad y fue increíble. Baile con más pasión que nunca y con más sentimiento. Quería que mi familia, que mi maestra, que mis amigas, que todos estuvieran orgullosos de mí. Que vieran en quien me convertí.

Al final de la representación cayó el telón y con él las flores del público. Nos abrazamos todos los de la compañía, felices por todo lo que habíamos pasado y por lo que venía. Abracé con mucha fuerza a Ander quien me devolvió el gesto con una mirada llena de sentimiento. Me tomó de la mano y salimos juntos a agradecer al público. Él es todo lo que había pedido en la vida y más. Agradezco al destino por haberlo puesto en mi camino.

Hay millares de pares de ojos en el público. En las primeras filas veo caras familiares: mi padre, con más canas de las que recuerdo. Mi madre con el vestido que usó para despedirme en el aeropuerto. Sé que no veré a mi maestra, un automovilista se pasó una luz roja, dejándome solo su recuerdo. Pero estoy seguro que donde quiera que esté me está diciendo: “Apunta tus pies” con esa sonrisa cálida.

El telón vuelve a cerrarse, pero esta vez logro verlo. Los mismos ojos negros con el brillo de la estrellas aunque más brillante de lo que recordaba, (¿está llorando?). Aplaude de pie, como si fuera la última vez que lo fuera hacer.

Cuando el telón se cierra corro por los camerinos, la gente comienza a irse, puedo escucharlos. Los corredores son pequeños pero me abro paso como puedo hasta salir a las butacas. El dorado brillo de su cabellera sale por la puerta principal sin mirar atrás. No voy tras él, ya no. Nuestro momento pasó, nuestra aventura terminó y debemos despertar del sueño, sacudirnos y prepararnos para lo que viene.