III

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*Zelda*

Me encuentro camino de Hamburgo, Alemania. Mi hermano, Zelig, me llamó ayer a altas horas de la madrugada, tuvo suerte de que estaba despierta y de buen humor para contestarle y ayudarle con su "pequeño problema".

Al cabo de unos cuantos minutos, bajo del tren y le busco con la mirada.

- ¡Zelda!-me giro y le veo, ahí, de pie, mirándome. Me viene a la cabeza la imagen de cuando era pequeño y la última vez que lo vi, sigue teniendo la misma mirada...una mirada de color azabache. Su cabello acastañado, es más corto que antes y, a los laterales lo tiene rapado con trazados en zigzag. Su vestimenta es sencilla, unos vaqueros rotos, unas deportivas altas blancas y un abrigo marrón clarito con una capucha de pelo.

- Hola...- me acerco a él.

- Debemos irnos ya.-hace ameno de cogerme la maleta y yo, me niego.

- ¿Qué te ha pasado durante todo este tiempo?

- No es momento ni lugar, Zelda.

- Tengo derecho a saberlo.

- Te lo contaré todo en cuanto estemos en un lugar seguro y en su debido momento, te lo prometo.-asiento.- Vamos.-comenzamos a caminar.

- Nunca prometas algo que no puedas cumplir, recuérdalo.- le susurro de manera que lo oiga y se me queda mirando.

Después de coger varios buses, llegamos a su casa. Se encuentra en el segundo piso de un edificio situado a los pies del río.

- Bienvenida.-me abre la puerta y paso. Su casa es bastante amplia e iluminada. Me giro y le miro fijamente.

- Creo que va siendo hora de que  me expliques todo esto.-asiente y se sienta en el amplio sofá color vainilla.

- Sabes perfectamente que cuando me fui de casa cuando cumplimos la mayoría de edad me metí en el mundo de las drogas, más aún que antes. Me ofrecieron trabajo en Cuxhaven y yo, lo acepté, no soy tonto, se gana mucho dinero.

- Eso ya lo sabía.

- Antes de morir nuestro padre le pedí un favor, que contactase con una antigua amiga suya, una tal Adolfita para ver si me podía subir en el negocio del narcotráfico. El día antes de morir me llegó una carta con una citación para acudir a junto de aquella señora. Fui después de haberle incinerado.

- ¿Y...?

- Conseguí un puesto de narco, aquí, en Hamburgo.

- ¿Por qué no volviste a hablarme?

- Creía que no querías saber nada de nadie y... no sé... Supongo que también estaba demasiado ocupado con todo esto...

- ¡¿Qué estabas demasiado ocupado?! ¿Durante todo el maldito año?- me levanto cabreada.

- Lo siento.-le miro fijamente, no me puedo creer que después de tanto tiempo...- Debes de estar muy enfadada, y lo comprendo, de veras... Creo que la principal razón por la que no volví a tener contacto contigo fue que no quería recordar todo lo que pasó, no quería recordar lo felices que éramos antes de que todo se fuese a la mierda, junto con nuestras vidas. Te llamé porque necesito tu ayuda, te necesito...-suspiro y me vuelvo a sentar.

- Te ayudaré, eres mi hermano, no te puedo dejar de lado. ¿Cuándo vamos?

- Por la tarde.

Born to fightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora