XV

15 3 0
                                    

*Zelda*

A la mañana siguiente, me despierto como nueva. Ayer había estado golpeando el saco durante una hora, más o menos; seguidamente, me fui a duchar y me metí en la cama.

Me visto y voy a petarle en la puerta a mi hermano, que se asoma parcialmente.

- Buenos días.-le digo.

- Hola.-se frota la nuca.- ¿Qué hora es?

- Las ocho, pensé que tendrías algo de resaca, así que vine un poco más tarde.-me fijo en que va en calzoncillos.- ¿Me vas a contar algo?-se sonroja.

- Luego. Ve a desayunar, iré en un rato.

- Está bien.- le guiño un ojo y me voy al restaurante/cafetería del hotel, donde tomo zumo de naranja, un café con leche y unas tostadas con mermelada de melocotón. Al cabo de un rato, veo llegar a mi hermano.- ¿Y bien?

- Voy a pedir el desayuno.-asiento y llama al camarero, que enseguida llega con lo pedido.- Se llama Jarvinia, vino con mi amigo.

- ¿Es su novia?-niega con la cabeza.

- No sé mucho más de ella, poco me acuerdo. Recuerdo llegar a junto de mi amigo y estar ella ahí a su lado... Fuimos a cenar, ella se fue con unas amigas y yo me fui con él. Luego, coincidimos en el mismo pub y mi amigo se tuvo que ir, yo empecé a bailar con ella y...bueno...

- Ya veo, ya. ¿Tu amigo tiene nombre?

- Henry.-me mira con la cabeza gacha.

- ¿Henry? ¿En serio?-bufo.- ¿Cómo...? ¿Por qué...? Mira, mejor no digas nada.- me levanto de la mesa. Henry era el hijo de uno de nuestros vecinos, era dos años mayor que nosotros y se solía meter con nosotros. A medida que íbamos creciendo, mi hermano y él se fueron haciendo amigos y fue él el que lo metió en este mundo.

- Zel, por favor...-me ruega y yo me quedo estática, es la primera vez que me llama así desde que murió mamá. Noto sus manos sobre mis hombros.- He hecho algo muy malo y me siento culpable por ello...-me giro.

- Al grano.

- Vamos a dar una vuelta. Tenemos que ir al almacén a la tarde, así que tenemos tiempo.-salimos del hotel y caminamos sin rumbo fijo.- Verás...yo... Hace algunos meses, antes de todo esto, me fui a Zúrich.

- ¿Qué hacías allí?

- Negocios, pero eso no es lo importante. Allí conocí a una chica, no era la típica con un cuerpo de infarto, pero su personalidad...era perfecta. Nunca fui capaz de decirle en qué trabajaba, siempre que podía iba a verla... Me enamoré de ella, perdidamente. Quedábamos todos los sábados a las cinco en la cafetería donde nos conocimos. Un sábado fui y ella no estaba, me había dejado una nota de que no podría acudir a nuestra cita, que lo sentía mucho. El lunes me volví a Hamburgo.

- Te sientes culpable por haberte acostado con otra, ¿no?-asiente.- ¿Volviste a saber de ella?

- Sonará ridículo, pero me enviaba algunas cartas de vez en cuando. Más tarde, pasó a llamarme algún que otro día, luego, dejó de cogerme el teléfono.-se hace el silencio.- La sigo queriendo, Zelda.

- Entonces, ¿por qué te acostaste con aquella chica?

- Sentí algo, no sé. Además, estaba borracho, quería olvidar a la otra chica y Jarvinia pues... también me gustó un poco, no sé, es estúpido.

- Ay Dios mío...-suspiro.- Deberías aclararte un poco.

- Lo sé... ¿Qué hago?

- Sinceramente, no lo sé. Si la otra chica dejó de hablarte sería por algo, pero... Da igual, no me hagas mucho caso.-sonrío y suena mi teléfono. Veo que es un número que no tengo agregado.- ¿Sí?

- ¿Zelda? Soy Stein.

- Ah, sí.-pongo el manos libres para que escuche mi hermano.

- ¿Podrías quedar en una hora en la plaza?

- Em...supongo que sí...-miro a mi hermano que arquea una ceja.

- Por cierto, dile a tu querido hermano que no se preocupe, que te cuidaré bien. Nos vemos.-cuelga y mi hermano me mira fijamente.

- Te juro que no le di mi número de teléfono.

- ¿Vas a ir?-me encojo de hombros.

- Supongo que sí, a lo mejor es algo relacionado con todo esto.-asiente y veo que me vuelve a llamar.

- Trae a tu hermano.-dice pesadamente y vuelve a colgar.



Born to fightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora