Capitulo 3

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Nadie.

Virgen.

Tocado por primera vez.

La canción de Madonna de Like a Virgin se repetía una y otra vez en la cabeza del Doctor Watson que, a pesar de saberlo de ante mano, veía difícil que nadie se hubiera insinuado al detective. Puede que Sherlock fuera un poco borde y algo petulante pero era atractivo, tenia un cuerpo esbelto y unas manos con las que, cuando aprendiera, de seguro haría maravillas.

El caso era que le resultaba incomprensible que ninguna chica o chico le hubiese tirado los tejos, ni que EL mismo no hubiera sentido curiosidad nunca por su cuerpo. John quiso golpearse por semejante pensamiento, a Sherlock lo único que le importaba de su cuerpo era el cerebro, lo demás solo estorbaba. Por eso le resultaba tan raro que le dijera aquello:

Iremos despacio.

No supo como tomarse eso. Es mas, al principio ni siquiera sabia a que se refería, se llevo la sorpresa de su vida cuando, al salir de Scottland Yard, por segunda vez ese día, Sherlock le sonrió de esa forma que ya conocía y que precedía a alguna acción que le pondría el corazón en la garganta, y sin importarle el estar delante de una comisaría de policía, cerro una de sus grandes manos contra su brazo y lo arrastro a un callejón cercano donde lo único que les falto fue quitarse la ropa y follar como conejos.

Fue de lo mas humillante conseguir salir de ese…Fantástico….Oscuro callejón, subiéndose la cremallera del chaquetón con una mueca de dolor porque lo único que habían echo era meterse mano a base de bien y encontrarse de bruces con Lestrade que en ese momento se dirigía a su casa.

Gracias a Dios Sherlock arreglo el desaguisado con un comentario malvado mientras alzaba la mano para llamar un taxi.

Y fue así como John Watson volvió a convertirse en un adolescente cachondo que se metía mano con su compañero de piso el cual le ponía el mismo ímpetu a devorarse a besos que a resolver un caso. Lo mas gracioso es que no pasaban de primera base; si, se comían a la boca, se tocaban, por encima de la ropa y….Joder, ver a Sherlock completamente excitado, con los pantalones deformados a la altura de la entrepierna, el rostro rojo de excitación y la camisa desarreglada era lo mejor de la historia, pero no era tan bueno tener que irse a su habitación y aliviarse como si volviera a tener dieciséis años.

Quería acostarse con Sherlock. Pero no sabía como decírselo. ¿Cómo se le dice a un hombre echo y derecho, que no ha tenido relaciones sexuales en su vida, que quieres lamerlo entero y convertirlo en una masa gelatinosa de gemidos y suplicas?

-¿Has dicho algo?- La voz ausente del moreno le arranco de sus pensamientos, haciéndole saber que hablo en voz alta.

-Nop.- Se apresuro a decir con el corazón latiendo en la garganta. ¿Se habría enterado?

Como era de esperar el detective no le presto atención, estaba entusiasmado mirando el portátil. Algo sobre una conspiración argentina de no sabia que historia, recordó Watson muy de pasada. El caso es que estaba agradecido de que no se hubiera enterado de lo que había dicho pero por otro lado...Tal vez si se hubiera enterado le pondría remedio. Por experiencia sabia que Sherlock le encantaba aprender cosas nuevas y, en el terreno sexual, todo era nuevo. Tal vez si le hubiera prestado atención le habría dicho algo así como: ¿A que esperamos, John? Todo eso mientras se quitaba la camisa.

-No pienses eso, Johnny- Se regaño mentalmente mientras se dirigía a la cocina para hacerse un te, si seguía bebiendo tanto iba a tener el sistema urinario mas limpio de toda la humanidad.

Se rió ante su propia broma sin dejar de deambular por la cocina. Como era de esperar el te no tardo ni veinte minutos en estar listo, minutos en los que Sherlock no se movió ni un ápice, haciendo que John resoplara un poco hastiado. No quería parecer una chica abandonada pero estaba empezando a pensar que eso de ponerse delante del detective y mover los brazos como si fuera un molino de viento para hacerse notar no era tan mala idea.

Amor en Baker StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora