XXXI

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—Oh por Dios, es perfecto —pronunció emocionada, tomando al pequeño bebé en brazos—. Míralo.

El muchacho junto a ella observó al niño, y sonrió, tomando una de sus pequeñas manitos.

—Es muy lindo, y creo que él si se parece a Narel.

La rubia sonrió, secándose con su mano libre las lágrimas de sus mejillas.

—Sí, se parece a ella, la nariz y la parte de su frente.

—¿Estás llorando? —preguntó con una suave sonrisa.

—Es que... Él es muy lindo, y me gustaría tanto tener uno.

Besó su hombro, y la abrazó, observando ambos al bebé de sus amigos.

—Y lo tendremos.

Le devolvieron el bebé a sus padres, no sin antes felicitarlos por el niño, y salieron ambos de la habitación, dejándolos disfrutar de su hijo

—Los papás de Narel jamás quisieron conocer a Darel —suspiró Camille, caminando junto a Onías—. Y creo que no lo harán tampoco con éste nuevo bebé. Aún no pueden aceptar a Dariem.

—Es triste que los niños no puedan conocer a sus abuelos, pero es mejor así, a que conozcan el desprecio.

—Sí —murmuró.

—Hola señor Onías.

El muchacho levantó la cabeza, y se encontró con los hijos de Fahir, que estaban junto a Zury. La pelirroja observó inexpresiva a ambos muchachos.

—Hola Kumi ¿Qué hacen ustedes aquí?

—Le están haciendo un control a la señorita Naila.

—¿Ella está bien? ¿Qué le ocurre? —preguntó preocupado.

—Estaba con riesgo de aborto —explicó Zury—. Hace una semana la tuvieron que internar, y hoy vino a hacerse un control.

—¿Aún la están atendiendo? Me gustaría saber cómo se encuentra.

—Sí, ella y Fahir están en el consultorio.

—Y por eso la maestra Zury nos está cuidando —sonrió Kumi.

—Gracias Zury, tu desempeñó es increíble. Se nota que haces esto por vocación.

—Sí —pronunció bajo, observando disimuladamente el anillo en la mano de ambos.

Los rumores eran cierto, Onías y Camille estaban juntos de nuevo.

-o-o-o-o-

Habían vuelto los cuatro a su casa, y aunque el sangrado había cesado, Naila debía permanecer unos días más en cama, cuidando no esforzarse de más.

—Adelante —pronunció al escuchar que alguien golpeaba la puerta de la habitación.

Al ver de quién se trataba, abrió sus ojos sorprendida.

—Sashie, pasa cariño ¿Necesitas algo?

—Sí, ¿Cómo te sientes?

—Bien —sonrió—. Me siento mucho más tranquila, ahora que sé que tu hermanito está fuera de peligro.

—Que bueno.

—¿Y tú cómo estás? ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Que bueno —le dijo con una suave sonrisa—. Sabes, hay algo que hace tiempo quería darte, pero no sabía si ibas a quererlo.

—¿Qué cosa? —preguntó curioso.

FahirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora