La élite estaba en plena crisis, por un lado teníamos a Ruth Saphiro internada en el hospital por quemaduras en un incendio provocado en su propia casa. La fiesta en casa de Hanna Allen cada vez estaba más apagada, solo quedaban un par de tíos tremendamente borrachos durmiendo en los sofás, a la mismísima Hanna haciendo cosas prohibidas en la bañera con un par de morenos y a Dorin evitando como un loco el tráfico para poder llegar al hospital.
Cassandra Blaine, la magnífica y perfecta reina de la élite, caminaba por plena calle casi cayéndose, estaba borracha pero no arrepentida de todo lo que había pasado. Los coches pasaban a su alrededor, al igual que las motos, y por la velocidad y el viento su cabello estaba revuelto. No sentía ni los pies, ya que estaban aprisionados por los elegantes tacones.
—¡Cassandra! ¡Cassandra! —un potente y autoritario grito proveniente de un motorista se perdía entre todos los ruidos del tráfico, por lo que Dorin, que era tan buen chaval que hasta temía por la vida de Cassandra Blaine, frenó en seco al lado de la chica. —¡Cassandra! ¡Joder!
La pelirroja se giró por completo al escuchar su nombre, tenía los ojos algo rojos, el vestido demasiado subido y el pintalabios cubría casi la barbilla.
—¿Quién eres? —inquirió ella, mirando detenidamente al motorista de casco negro, iba tan perjudicada que no reconocía ni la ropa que había visto momentos atrás. —Tu no sabes con quien estás hablando, eh.
—Hablas con Dorin, nena, sube a la moto.
—¿Ahí? ¿Contigo? —se empezó a reír mientras le hacía muecas. —Ahora llamo a mi padre y que me venga a recoger la limusina.
—Estas borracha, no hagas gilipolleces. ¿Quieres dejar de ser reina de la élite? —inquirió Dorin mientras sacaba un casco para Cassandra. —Venga, tengo prisa.
La pelirroja asintió, y con movimientos torpes se colocó el casco de color oscuro que le tendía Dorin, subió su vestido como si se tratase de una camiseta, dejando ver su ropa interior. Ahora si estaba cómoda. Se sento en la parte trasera y se agarró a el chico, rodeándole con sus brazos.
—Mañana me voy a comprar un Louis Vuitton negro. —murmuró la chica apoyando la cabeza en el hombro del moreno. Conducía rápido y de forma controlada, se sabía estas calles de memoria.
—¿Un qué? —preguntó girando un poco la cabeza hacia atrás.
—¡Un bolso Louis Vuitton! ¡No sabes nada! Eres un chico de la calle. —reprimió ella incorporándose de nuevo, como con asco. —Y por supuesto tampoco conocerás Gucci, Armani, Chanel, Valentino...¿me equivoco?
—Tengo un amigo que se llama Valentino, tal vez te lo presente. —dijo riendo el chico, la verdad es que no tenía ni idea de moda. Su ropa era sencilla, barata y no utilizaba complementos. La verdad es que ser de la élite le parecía un terrible sacrificio, tanto económico como físico. Nunca sabes cuando van a salir periodistas para fotografiar ese horrible grano que te salió por comer demasiado chocolate. O tal vez ese tal Louis Vuitton también fabricara maquillaje para cubrir eso. Quien sabe.
—¡Eres imposible! Valentino es una marca de un diseñador italiano, con unos diseños rompedores, todo es de alta costura. —empezó a explicar Cassandra, el alcohol en sangre estaba empezando a desaparecer, además, la moda y sus lujos era uno de sus temas favoritos de conversación. Dorin forzó la velocidad y desconectó de aquello que contaba la pelirroja. —Mi padre me prometió presentarme a Donatella Versace, es la diseñadora italiana de la marca Versace. Aunque la verdad es que es horrible, ¡no me gustan nada sus operaciones!
—Cassandra, me duele un poco la cabeza. ¿Podrías callarte? —preguntó tranquilamente el moreno mientras giraba hacia la derecha, una calle con poco trafico y de bajada. —¿Dónde vives?
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Somos la élite.
Teen FictionLas chicas de la élite son insufribles, irresistibles y adineradas, pero desde que llegó Ruth, estan en peligro de extinción. Las peleas de gatas nunca han sido tan difíciles, Hanna quiere conquistar el trono, pero Cassandra no quiere dejar su puest...