¿Friends? - Minsung

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Luego de terminar la cena, algunos miembros decidieron ir a sus respectivas habitaciones, mientras que otros, se quedaron allí, buscando algo para divertirse un rato más, antes de ir a dormir.
Jisung trajo una caja de peperos, con la idea de comerla como postre, mientras los demás, seguían debatiendo entre ver una película o jugar un juego de mesa.

—Siempre terminamos viendo películas, mis ojos terminarán sangrando si seguimos así. —Dijo Minho con tono dramático.

—Pues créeme, jugar al pictionary tampoco es una opción, estoy harto de hacer equipo con Changbin hyung, es un asco dibujando. —agregó Seungmin indignado.

—Oye mocoso, estoy aquí, y tampoco me agrada perder contigo en el pictionary. —Dijo Changbin.

—Ellos no comprenden tu arte, Binnie Hyung. —Agregó un sonriente Felix mientras era abrazado por el otro.

—Tengo una idea mucho más interesante... —Soltó Jeongin junto con un grito de emoción. -¡Juguemos al juego del pepero!

—¡¿Que?! Jeongin, ¿te has vuelto loco? Olvídalo, no lo haré. —Dijo Seungmin.

—Oh vamos hyung, ¡será divertido! además, tu lo dijiste, es eso o jugar al pictionary con Changbin hyung...

—Bueno, cuenten conmigo, no puede ser tan malo después de todo, ¿No? —soltó Minho.

—Hyung, ¿en serio lo harás? —Preguntó Jisung sorprendido.

—Si, de veras no es para tanto chicos. Vamos Sungie, únete también -hizo un puchero —Además, tu trajiste los peperos, deberías participar. En cierto modo, aportaste a la idea.

—Yo...

—Tomaré eso como un si. -Dijo un Jeongin muy emocionado mientras arrastraba a Jisung para sentarlo en el sofá entre Minho y Changbin. —Muy bien, ya somos cinco, solo faltas tú, Seungminnie Hyung.

—¿Que? ¿Y nosotros cuando aceptamos? —Dijo Changbin aún abrazando a Felix.

—Oh, Vamos hyung, en verdad quiero jugar, ¿piensas abandonarme así sin más? Por supuesto que aceptamos, Jeonginnie. —Dijo Felix, sin esperar respuesta de Changbin.

Jeongin miró a Seungmin haciendo un puchero. —¿Hyung...?

—Ash, está bien, lo haré. —Dijo Seungmin de mala gana.

El maknae empezó a dar saltitos en forma de festejo. Unos segundos después, agarró la caja y la abrió. —Muy bien, llegó la hora de la verdad, ¿quien debería empezar?