Cuatro y media de la mañana y ahí estábamos, mi amiga y yo, como cada sábado, bailando y pasándonoslo bien (o al menos intentándolo). A decir verdad no me acuerdo que canción sonaba pero probablemente alguna de Enrique Iglesias,Ricky Martín o de ese estilo…. Cuando, de repente, noto una presencia detrás de mí (algo normal en una discoteca) me giro y ahí lo veo: moreno, con barba, ojos oscuros e intensos, camisa blanca y eses vaqueros…eses que le quedan tan bien… Mi primera reacción es seguir bailando como hasta el momento, eso sí, con algún toquecito “no intencionado” por aquí y alguna “mirada disimulada” por allá.
No era la primera vez que lo veía ni mucho menos, de hecho, lo había captado hacía tiempo, hasta creo que si me esfuerzo puedo recordar la primera vez que lo vi con aquellos vaqueros con tirantes…pero como siempre, y debido a mi baja autoestima, nunca me había permitido el lujo de esperar algo más, de querer algo más, de darme el capricho tan siquiera de conocerle… Bueno la verdad es que ni a él ni a ninguno. Sin embargo, estas últimas semanas me había interesado algo más por él cada vez que lo veía en algún sitio, quizás porque últimamente estaba muy bien acompañado por la que fuera novia del último tío por el que había suspirado, si se le puede llamar así…
El caso es que ahí estábamos mi amiga (ajena a mis pensamientos) y yo bailando cuando de repente veo que se va pese a que habría jurado que parecía que estaba mostrar algo de interés y que había dejado escapar alguna que otra mirada…por lo que ante este hecho, decido desconectar mis pensamientos y seguir pasándomelo bien.
Debieron pasar a penas tres minutos cuando lo veo de vuelta, con un vaso en la mano por lo que intuyo que debió de ir a pedir algo a la barra. En ese momento se me acerca uno de sus amigos, muy simpático y muy guapo (aunque no tan alto como me gustaría) y se presenta. Hablamos amigablemente e incluso bailamos, algo raro en mí ya que suelo ser muy borde con los hombres (no porque me crea superior sino por como bien he dicho antes mi poca autoestima no me lo permite). Pese a ser muy majo yo no puedo quitarle el ojo a su amigo que al poco rato cuando ya estaba otra vez bailando con mi amiga decide acercarse y empezar a hablar conmigo… Me pregunta cómo me llamo, si vivo aquí, etc. Yo estoy echa un flan, presa de los nervios cuándo de pronto me agarra y comenzamos a bailar…
Y ahí estábamos, mi más de metro ochenta y yo, bailando, y pese a ser un baile normal y corriente, como cualquier otro, siento que esta vez es completamente diferente… No sé explicarlo, es como si al tocarme sintiera que quien me toca es ese hombre que se me aparece en sueños, al que nunca consigo verle la cara, y con el que, sin embargo me siento segura. Es como si al tocarme algo dentro de mi cambiara…como si por fin hubiera encontrado al hombre por el cual permitirme sentir sin miedo a nada, como si hubiese encontrado a esa persona que todos deseamos encontrar, esa persona que nos hace sentir especiales, esa persona que hace que por un momento todos y cada uno de nuestros defectos se conviertan, paradójicamente, en perfecciones para ella haciendo que, por fin, y por primera vez en la vida nos sintamos seguros…
Obviamente esa noche no pasó nada más, nada más que un cruce de palabras y un baile, algo que para cualquier persona podría suponer algo de los más normal y que, sin embargo y sin saberlo, para él, mi más de metro ochenta, y para mí, iba a suponer el preludio, el preludio de todo lo que estaba por suceder, el preludio de una gran historia que acababa de comenzar pero a la cuán, por el momento le tocaba ir despacio…
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Mi más de un metro ochenta
RomansaSiempre he dicho que me gustan los de más de un metro ochenta… ¡lo sé, puedo sonar muy superficial pero prefiero eso a ser hipócrita!