—Creo que estas enamorandote de ella, Zamasu —se burló el peli-palmera dándole un amistoso golpecito en el hombro mientras este observaba a Kira tocar las flores del planeta supremo a través del ventanal de la casa.
El de tez verde había decidido cuidar de la bonita chica cuando descubrió que ella era ciega.
Había chocado contra él y se había disculpado cientos de veces. Aunque al principio el pensó en exterminarla terminó decidiendo cuidar de ella cuando supo que era diferente a los demás "asquerosos" humanos.
Él se había encargado de crear un paraíso para ella. Había dejado que estuviera en el planeta supremo, un lugar que había llenado de vegetación y de animales para el gusto de la castaña.
Pero a pesar de todo eso el no quería aceptar que estaba empezando a tener un extraño sentimiento hacia esa humana. Zamasu solía sonreír al verla sonreír y a veces cuando Kira se sentía triste por no poder ver lo que la rodeaba su corazón se estrujaba haciéndolo sentir una incomodidad en el pecho que era difícil de ignorar.
—Pero que tonterías estas diciendo —se quejo, borrando la casi imperceptible sonrisa que estaba surcando sus labios. —Sabes por qué estoy cuidándola.
La risa sarcástica del sayajin resonó en la casa haciendo que Kira se girará en dirección a ambos mientras hundía sus cejas en su entrecejo pues se suponía que ninguno de ambos se encontraba pues habían ido a la tierra a "traer provisiones". Cabía aclarar que ella no estaba enterada de nada del plan cero humanos por que Zamasu tenía miedo de que se decepcionara de él aunque eso jamás lo admitiría en voz alta.
—¿Zamasu? —era imposible que él la hubiera escuchado pero al verla mover sus labios supo que lo llamaba por lo que no tardo de alejarse del peli-negro para ir a donde estaba la chica.
—Soy yo, humana —respondió al estar cerca de ella. —¿Estas bien?
—Por supuesto, aunque aún no entiendo por qué me llamas así. Tengo nombre y lo sabes —y allí estaba ese carácter que la diferenciaba de los demás humanos que jamás se atreverían a retarlo. —¿Cómo les fue en la tierra?
—Excelente.
—Bien —esa siempre era su misma e incómodo conversación.
Ella se giro de vuelta hacia las flores y volvió a tocarlas de manera delicada para tratar de saber cómo eran. Tomo el tallo de una y la acerco a su nariz para poder olerla mientras sonreía.
Mientras el peli-blanco también sonreía.
De un momento a otro ella se levanto, se giro y al tratar de avanzar terminó chocando contra él que seguía perdido en ella. Ambos terminaron en el suelo. Kira estaba sobre él haciendo que todo pareciera más incómodo.
Mientras un rubor se extendía en las mejillas del de tez verde una avergonzada peli-negra se apresuró a levantarse pero al no poder ver terminó colocando una de sus manos sobre el pecho del más alto lo cual la hizo sonrojar.
Pero cuando trato de apartar su mano Zamasu la detuvo sujetando su muñeca con suavidad. Ella parecía tan avergonzada y eso que no podía ver lo cerca que estaban sus rostros, y el color carmín que adornaba sus mejillas la hacía ver tan adorable que él no había podido evitar querer besarla.
—¿Sucede algo, Zamasu? —el tono preocupado que uso hizo sonreír al kaio-shin, ella era tan tierna.
—Yo sólo... —callo al darse cuenta de que no habría mejor manera de explicarle lo que sentía que demostrándoselo en algo tan especial como un beso.
Sabía que eso era algo demasiado humano y que había jurado aborrecer todo lo que incluyera a esos horribles seres pero ella, ella era la excepción a todo eso.
Así que tomando valor levanto su rostro para poder unir sus labios con los de la chica. Lamentablemente ese beso sólo fue un pequeño roce de labios por que Black se había encargado de sujetar a la chica por la cintura para quitarla de encima de Zamasu.
—La comida está lista —explico mientras dejaba a la chica sobre el césped.
Ella afirmó con la cabeza. Sus mejillas estaban más que sonrojadas por que por supuesto que se había percatado de la acción que se disponía a realizar el de ojos grises. Camino rápidamente hacia la casa mientras un enojado Zamasu se levantaba por si sólo del suelo.
—Creí haberte escuchado decir que no estabas enamorado de ella —se burló el peli-palmera mientras arqueba una ceja divertido. —Así que no entiendo tu repentina molestia, Zamasu.
El nombrado se limito a bufar y antes de correr detrás de la chica golpeó al sayajin en el hombro y murmuró un apenas audible:
