Prólogo

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"La rabia no solo te consume sino también nubla la razón y el juicio"

-Allec Grandewel-

Era la mitad de primavera cuando los campos de Evelorth eran cubiertos por los bellos tulipanes y ese olor fresco a césped, la actividad de siembra recién había comenzado esperando lo mejor de las cosechas, sin embargo, la paz había desaparecido hace mucho tiempo, solo existía la brisa del miedo y los ríos de sangre...

-¿Más té?- ofrece uno de los dos ancianos luciendo su muy fina vajilla de porcelana en la mesa de té, se encontraba en medio de un templo adornado de fuentes y cristales, algunas con forma de luna- la angustia no nos ayudara a resolver este problema- frota su abundante barba mientras mostraba la más grande de las tranquilidades.

-¡Oh lo siento, tienes mucha razón! La mejor solución es sentarme como si nada mientras engordo con pastelillos y té- el anciano calvo lo mira furioso al ver como tomaba las cosas su compañero.

-Yo... no estoy gordo- mintió -siempre tienes que ser tan sutil Allec- igual que un niño hace pucheros mientras con culpabilidad sigue comiendo pastelillos de chocolate y cereza.

-¡Concéntrate Efrin!- golpea la mesa logrando llamar su atención- estamos aquí sin hacer nada mientras Blade sigue haciendo de las suyas... y todo por ella...- la preocupación se reflejaba con claridad en su mirada tratando de pensar con la cabeza fría- ya se cumplirán dos años desde que tomo el trono a la fuerza, dos años de dictadura... dos años sin dejar de buscar a esa niña.

-Y el muy imbécil no se imagina que esa bebé nació en la tierra mortal y no aquí- dice entre risa hasta que este lo calla- ¿Qué? ¡Es la verdad!

-Veo que la grasa ha afectado el poco cerebro que tienes, ¿quieres que nos maten o que?

-No exageres Allec que nadie nos esta escuchando, pero ya que tocamos el tema te diré que en todo este tiempo he estado vigilándola y en efecto, se ha convertido en una señorita con una belleza indiscutible y además muy inteligente, hace poco cumplió dieciséis- se atraca de pastelillos- sin duda alguna es la reencarnación de Lia.

-Dieciséis... la edad perfecta para casarse, Blade no puede saber de su existencia.

-Pero la necesitamos.- objeta.

-El amor de Blade hacia Lia se ha vuelto enfermizo y peligroso, si se entera de la existencia de esa niña sería nuestra perdición, ¿entiendes?, se apagaría la ultima esperanza que nos queda y de paso perderíamos nuestras cabezas.

-Pero nuestro silencio costará la cabeza de muchos, las madres seguirán huyendo con sus bebes recién nacidas con el temor de que Blade se las arrebate, ¡el no parara hasta encontrar la reencarnación de Lia!

-¡Esa niña no morirá por segunda vez Efrin!- grita ya cansado de sus peros- tenemos que conformarnos con las pocas herramientas que tenemos.

-¿Qué herramientas?, no tenemos nada, ni siquiera aliados porque todos temen revelarse antes ese desquiciado dictador, entiéndelo, nuestra única esperanza son los espíritus, recuerda que ellos encarnaron con el propósito de ayudarnos.

-Y ahora uno de ellos se ha convertido en el peor dictador de la historia de Evelorth... mientras que los demás nos abandonaron.- se lo hecha en cara- esa niña estará mejor en ese mundo que aquí- viendo el suspiro de resignación de su compañero coloca la mano en su hombro con el afán de darle consuelo- tu deber es proteger a esa joven, de ninguna manera puede caer en la manos de Blade, confio en ti Efrin.

Evelorth y el orbe sellado/ Libro del destelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora