Avanzó junto al Illidari, que caminaba despacio. Llevaba los ojos vendados, y unos tatuajes que le recordaban al símbolo que ondeaba en los estandartes del patio, sólo que en color negro. A pesar de ir a ciegas, se movía sin preocupación, sin tantear el terreno. Debía conocerlo bien. A éstas alturas, el corazón de Karadel ya se le había relajado del combate con Syanna, pero el sudor que le recorría la piel había perdido toda calidez y la surcaba dejando un rastro helado. Pensó en cuánto deseaba que la llevaran a llevarse una reprimenda por su actuación, y no para llevarla a donde quiera que se habían llevado al resto para no volver. Recapacitó después, pensando que realmente no sabían nada de lo que pasaba con ellos. Podían haber ido a un destino peor, pero también a uno mejor. Debían tener una buena razón para mantenerlo en secreto, y se recordó al demente con el que se cruzaron el día que llegaron a Karabor. No había visto a nadie así en los entrenamientos, lo que inmediatamente comenzó a ponerle nerviosa. Era obvio que esa persona acabó así después de que se la llevaran. ¿Era eso lo que le esperaba?
Tras una caminata hacia la parte posterior de Karabor, llegaron a un rincón apartado en donde habían dibujado un extraño e intrincado símbolo en el suelo, componiendo un amplio círculo. Había manchas de sangre por doquier, y no todas eran de elfo... El Illidari ciego se puso a un lado del círculo, separado a dos pasos de éste. Era elfo de sangre, lo que simplificaría las cosas para hablar con él... si quisiera hacerlo. No había dicho una palabra desde que se la llevó del resto de sus compañeros. Tenía el pelo corto y brillante, de una tonalidad rubia hacia anaranjada que no había visto en nadie de su pueblo antes. El elfo la miró, una vez más haciéndole pensar a Karadel si la venda era una simple decoración en su rostro. Entonces, por fin, se dirigió a ella, tras retirarle las viejas armas y darle un par nuevas, más grandes y resistentes, pero también pesadas.
- Karadel -dijo pausadamente- , entrarás en el círculo y lucharás contra tu oponente ahí dentro. Tu prueba concluirá si vives lo suficiente para matarle. Tienes unos instantes para meditar, o pensar en lo que quieras, mientras se convoca a tu rival.
¿Convocar? La sangre no humana del suelo comenzó a cobrar sentido. Como siempre, la idea de escapar apareció tentadora en su cabeza, pero ésta vez la desechó rápido. La habían elegido para continuar con su entrenamiento, y motivada por la buena pelea de la mañana, se sintió decidida para continuar. Saludó ceremoniosamente al elfo, aún sin saber si podía verla, hizo un arco con los brazos y dispuso sus manos frente al vientre, una sobre otra, concentrándose. Bien fuera para darse fuerzas, o para que, si tuviera que elegir unos últimos recuerdos, éstos fueran para su familia.
El pasado antes del ataque de la Plaga era idílico, o se lo parecía comparado con el calvario que estaba viviendo desde entonces. Tenían una casa pequeña en la ciudad, más que suficiente para los tres. Recordaba a su madre contándole el cuento de la encantadora que vivía en Canción Eterna cuando era pequeña o salir corriendo en busca de los brazos de su padre al escucharlo llegar a casa. Recordaba la primera vez que le vió con la armadura puesta, suavizando al ver a su hija una mirada que desprendía fiereza y que ella misma heredó de él. Iradiel... a pesar de cuánto idealizaba los pasos de su padre, ella nunca tuvo la complexión suficientemente fuerte para vestir la armadura sin esfuerzo. Intentó hacerse un hueco entre los Errantes, sentirse útil vigilando las fronteras y bosques de su pueblo, y no tuvo nunca la certeza de si lo hacía para honrar a su patria o a sus padres. Tampoco nunca había visto a su padre pelear hasta aquel día. Hasta aquel último día, con sus fuerzas divididas, la turba de no muertos separándoles, la huida precipitada y desesperada para conseguir salir con vida del bosque y perder a su familia mientras ella era arrastrada hacia un portal para poner a salvo los que habían caído a ese lado de Canción Eterna. Karadel apretó los dientes. El elfo había estado hablando algo en alguna lengua extraña mientras tanto. Se creía decidida. Los recuerdos no eran para grabarlos en su mente como últimos pensamientos o para honrar su memoria. Era un pensamiento mucho más oscuro y egoísta, una reafirmación en la venganza que empezaba a convertirse en algo enfermizo. Escuchó un sonido gutural frente a ella, y fuera lo que fuese su contrincante, había sido convocado por fin.
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Karadel Lerenthalas
FantasyRelatos cortos sobre Karadel Lerenthalas, personaje de ficción del universo World of Warcraft