🗡️IV: Traición

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Judá estaba destruido sabía que a pesar de todo lo odiarian, Hadasa prácticamente se lo dijo y Booz optaría por lo mismo. El sospechaba que su padre lo odiaba desde el incidente pero una cosa era sospecharlo y otra el estar seguro, él lo odiaba y mientras él no dejará de culparlo Judá no dejaría de hacer lo mismo aunque Hadasa le repita una u otra vez, que no fue su culpa él siente que la fue cuando su padre lo observa con respulsion y asco

-¿Estás bien Judá?-Booz lo saca de sus pensamientos

-Sí-como demonios lo miraría a los ojos y le diría que había accedido ser un soldado-Hermano....yo-por más que practicaba en su mente nada parecía ablandar el golpe que estaba a punto de hacer

-¿Qué?-Booz lo observaba curioso-No estás bien hermano, lo veo en tus ojos, iré a buscarte algo-se dirige a la salida

-Voy a ser un soldado-se detuvo-acepte la propuesta de Augusto, mañana inició

Booz se giró con la mirada perdida, triste se sentía traicionado, traicionado por la persona que más quería

-¿Qué?-susurro-Pero tú dijiste...

-Se lo que dije pero después de hablar con papá me di cuenta que era una respuesta apresurada y el serlo me traería respeto y no solo a mí sino a todos

-Me estás diciendo que aceptaste para aumentar el ego de nuestro padre...no puedo creerlo-se pone delante de él-¿Te obligo cierto?

Judá desvía la mirada

-¿Con que te obligo Judá?-lo observa con los ojos llenos de lágrimas-¡Dime!

-No lo hizo-intento convencerlo

-Yo no me trago eso, estoy bastante seguro que te obligo y yo voy a descubrir con que-paso por un lado de Judá golpeado el hombro ajeno al hacerlo

Judá tenía dentro de sí miles de emociones que intentaban dominar una sobre la otra, Booz tarde o temprano se daría cuenta de eso que le atormenta tanto y posiblemente lo odiaria. Tomo un caballo del establo y salió galopando en busca de una taberna dónde tomar para desahogarse. Una tras otra pedía cervezas se le veía realmente mal él rara vez tomaba.Observó la luna sin hayar consuelo en ella, ignoraba a toda mujer que se le ponía enfrente y toda contienda que pudiera hacerlo perder los pocos estribos que le quedaban.

Un hombre de los que andaban con el nazareno apodado mesías se le acercó. Judá lo observó extrañado, este solo lo observaba con suma ternura con la que un padre vería a un hijo, con la ternura con la que su padre nunca lo miró

-¿Qué quieres?-le contestó de mala manera tomando el vaso y dándole un trago

-Se te ve muy mal

-No es de tu incumbencia

-Lose pero tú necesitas ayuda y yo estoy aquí para ello si no quieres hablar conmigo siquiera para que no estés solo

-¿Quién eres?

-Felipe

-Te he visto, con el celota

-¿Celota?

-Asi le llaman los romanos

-¿Y tú eres un romano?

Judá desenvaino su espada y la apunto al cuello de Felipe

-Jamas-dijo en tono amenazante-aunque-sonrio-ya casi lo soy- volvió a servirse vino

-¿Porqué?

-Acepte estar en sus filas y ser uno de sus soldados- río como loco antes de arrojar el vaso furioso

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