la segunda incursión

Polos opuestos

Todos boltearon a ver a Dalton aun cuando tenían un ejercicio propio, eso claramente le disgusto a la profesora Jebheni pero se contuvo de llamarles la atención, supongo por que entendía que para esas mentes jóvenes una competencia entre 2 legados de 3ra generación era un suceso demasiado importante como para perderselo, aunque ella nos había visto tener pequeñas comfrontaciones en reuniones de estado desde que eramos pequeños, era algo que a los aristocratas que asistian les encantava ver, dos niños talentosos, con dotes de gran potencial haciendo trucos de fiesta para mostrar superioridad.

Pero ya no eramos esos niños y esta ya no era una fiesta en la que lo haciamos para enorgullecer a nuestras casas, esto era por superación propia, esta era la primera ves en la que demostramos lo que eramos para nosotros mismos y no para los invitados.

Aun a ciegas Daltos estiró una mano al frente y todos a nuestro alrededor se vieron muy impresionados por lo que pasaba. En su mano extendida empezó a materializarse una esfera negra del tamaño de un limón. Todos estaban asombrados excepto Kahit el cual estaba muy inquieto mientras Dalton terminaba de formar su pequeña esfera de carbón.

Todos estaban pasmados aunque en mi punto de vista fue como la mala pintura de un artista famoso, todos aprecian mas el nombre que el cuadro en si mismo. La profesora Jevheni carraspeo la garganta y saco a todos de su transe y apenados se apresuraron a hacer su demostración, excepto Kahit el cual se veía un poco mareado.

Ahora era mi turno. Le quite la ceguera a Dalton y el mantuvo su brazo extendido con la esfera levitando en su palma, burlonamente  le dije a Dalton - cuidado, dejala asi, no la muevas- encuadrando desde mi lugar la esfera con mis manos, estire una y la incline ligeramente hasta que por un segundo un área oscura rodeo la esfera Dalton seguido por un grueso rayo blanco y en un segundo la esfera se vaporoso y un pedazo de cesped a unos centímetros de Dalton se incendió ligeramente.

Todos se quedaron observando la palma aun extendida un poco incrédulos hasta que Dalton bajo su mano. Estire una mano hacia el y haciendo una pequeña reverencia con la cabeza le dije -es tu turno-. Todos se apresuraron en hacer su acto mientras Dalton examinaba su alrededor con cuidado y detuvo su vista en las pequeñas brasas que se formaron a un lado suyo. Se giro hacia ellas y se quedo mirándolas fijamente, pronto esas brasas se convirtieron en un fogón y empezó a expandirse por un buen pedaso del patio hasta que las cenisas se elevaron rápidamente apagando el fuego y estas empezaron a formar un pequeño remolino sobre nosotros hasta que se detuvieron de golpe dejándolas caer sobre nosotros y a pocos centímetros de nosotros las cenizas se encendieron en llamas y se consumieron por completo. No puedo negarlo, fue un espectáculo hermoso.

Volteé a mi alrededor y todos estaban contemplando el cielo sobre nosotros asombrados hasta que di una pequeña risa arrogante -el chico de la nieve de fuego dice que yo no soy original- le dije arrogantemente. Volteé a ver a mis compañeros y ellos se apresuraron a completar su demostración, ya que todos terminaron voltearon a verme como indicándome que ya habían terminado. Asenti con la cabeza y volteé a ver el cielo, todos me siguieron y poco a poco el cielo empezó a llenarse de colores que bailaban sobre nosotros, poco a poco se volvieron las intensos y cambiantes. Todos quedaron hipnotizados hasta que la profesora Jevheni dio un fuerte aplauso -bien, fue suficiente, los que falten terminen sus demostraciones y sigamos con la clase-. Nuevamente todos hicieron sus demostraciones apresurados mientras los colores se iban desvaneciendo poco a poco.

Esa fue la primera de muchas veses que Dalton y yo nos confrontamos mientras estuvimos en las especializaciones, ambos creíamos que no había nada mas importante que el demostrar quien era el mejor, ante nosotros y ante nuestros compañeros. Que arrogantes e inmaduros eramos, cada con cada encuentro nos fuimos dando cuenta de lo ridículo que era esa rivalidad pero ninguno de los dos pudimos imaginar lo que benia, que tan solo en 10 años estaríamos peleando codo a codo, no solo nosotros, todos los que nos encontrábamos en ese patio aquella mañana nos veríamos en el campo de batalla no solo peleando por superioridad o por orgullo sino por simple supervivencia. No se que les sucedió a algunos de ellos y otros tantos mire como fallecieron frente a mi.