Eres de la edad del chico rubio, aunque vayan en la misma casa y se conocían por medio de varias miradas, jamás habían entablado una conversación.
El primer día del tercer año, cuando estabas lista para bajar a cenar al Gran Comedor, cierta cabellera platinada te dice que te acerques con él y como a ti te gustaba un poco en secreto, sin pensarlo mucho te empezaste a acercar a donde él estaba. Cuando estuviste a un metro de distancia, dejaste de caminar para que él empezara a hablar. Se quedaron callados un par de segundos y la sala común estaba casi vacía. Hasta que al platinado se le ocurrió abrir la boca.
Creo que... -empezó a hablar Draco- me dijeron algo sobre tus sentimientos por mí.
Estabas congelada, ¿Quién le pido haber dicho eso? Sólo le habías dicho a Pansy y ella te juró que no se lo diría.
Draco estaba mirándote fijamente como esperando una respuesta por parte tuya.
Lo único que pudiste pronunciar fue: Creo que -empezaste a hablar y Draco hizo una seña de que continuaras- sí llevas gustándome un par de meses.
Estabas desconcertada, ¿Por qué dijiste eso?
El rubio asintió sonriendo y te dio un cálido abrazo al cual primero que sorprendiste pero después correspondiste, ¿Qué significaba que te diera un abrazo? ¿Pasaste de nivel?
Después de algunos segundos abrazados, se encoge un poco para poder llegar a tu oído y decirte cálidamente que también llevas gustándole un tiempo. Tus vellitos de la nuca se erizaron y rezaste para que no lo notara. Se separó un poco de ti y te dio un beso en la frente, por lo cual lo tomaste de la cintura y apretaste tu cara contra su pecho para evitar que viera tu cara sonrojada, un claro intento en vano ya que sí te logró ver pero sólo pudiste divisar que le habías sacado una tierna sonrisa.
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