James Sirius Potter

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Había un chico de tu edad, que pertenecía a la casa de Gryffindor. Era muy problemático y le encantaba llevar la vida haciéndote específicamente a ti pesadas bromas que en ocasiones llevaban al límite tu paciencia.

Algunos estudiantes ya te habían comentado que él gustaba de ti. Y creías que a ti también él, hasta que empezó a sobrepasarse con las bromas.

Un día aventó una bomba fétida al baño de chicas donde te encontrabas pero el descarado, a finales del quinto año, te invitó a dar una vuelta por el Lago. Aceptaste. Pero no le iba a ser tan sencillo salir contigo. Le propusiste un trato, el cual él escuchó con mucha atención y con los ojos muy abiertos.

El trato era que para la hora de la cena, se tenía que presentar en el Gran Comedor usando únicamente calzoncillos y calcetas. El lo pensó un poco, pero al final aceptó.

Ya era la hora de la cena y estabas esperando con ansias desde la mesa de tu casa la gran entrada triunfal que tendría aquel niño burlón. Tardó cinco minutos en entrar en escena, por lo que te dispusiste a tomar un poco de alimentos que tenías enfrente y esperar a que ese día el chico no cenara.

Cuando escuchaste las carcajadas de casi todo el Colegio, volteaste a ver dónde estaba originada la gracia. Y ahí estaba aquel chico morocho de Gryffindor en calzoncillos -ni siquiera se puso los calcetines, pensaste- dirigiéndose hacia ti con una sonrisa en su rostro y sentías que cada paso que daba, tu rostro se ponía un tono más intenso de rojo.

Y cuando llegó hasta a ti, hizo que te pararas forcejando un poco contigo hasta que te rendiste y te paraste junto a él y su torso totalmente desnudo. Te rodeó con su brazo izquierdo para posteriormente levantar tu mano derecha y gritar hacia todo el Colegio.

          — ¡Reto cumplido! ¡Ella ahora saldrá conmigo! -gritó el morocho a todo pulmón-.

Ambos terminaron en un fuerte castigo puesto por McGonagall, pero valió la pena pues mientras salía contigo, no hacía bromas muy pesadas a los alumnos. No pudiste cambiar eso de él. Las bromas eran parte de su ser.


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