Oh Sehun: El Comienzo

10 3 0
                                    

Solía ser una calle bastante transitada, pero ese día estaba sorprendentemente vacía. Ni un alma vagaba por esa avenida por lo que temía que la inseguridad jugara en su contra y termine robandole los quince últimos dólares que tenía en el bolsillo para sobrevivir el último mes.

Cruzó la calle y caminó varias cuadras hasta llegar hasta su casa. Notó que las cosas habían cambiando: esta mañana el exterior de ella era tan rudo y oscuro, ventanas cerradas, pintada de un veinte aborrecedor y hojas colgadas en la canaleta; pero ahora se encontraba increíblemente remodelada por los colores festivos de la Navidad, con varios adornos colgados en las ventanas revestidas de verdes y rojos, con caras Santa Clauses por toda la puerta y una gran corona de flores que descansaba en el centro de la misma. Sin duda su mamá tenía ganas de hacer ver a los vecinos que la familia Oh era fanática de estas fiestas.

Apuró a entrar dentro de su hogar para, luego de entrar, colgar su mochila y abrigo en el perchero familiar que reposaba a un costado de la puerta. Un aroma a galletas con chispas de chocolate inundó su olfato llevándolo, como si un hechizo se tratara, embobado hasta la cocina dónde se encontraba su madre. Se adentró en la habitación, apoyándose rápidamente en la barra y observando la escena, esperando a que noten su presencia.

—¡Hijo!—. Exclamó la mayor al notar que si hijo había vuelto sano y salvo de la escuela. Aprovechó su posición de cuclillas para sacar a la última tanda de galletas del horno y, ahora si, brindarle toda la atención necesaria al pequeño Sehun.Solía ser una calle bastante transitada, pero ese día estaba sorprendentemente vacía. Ni un alma vagaba por esa avenida por lo que él temor que la inseguridad jugara en su contra y termine robandole los quince últimos dólares que tenía en el bolsillo para sobrevivir el último mes.

—Mh, normal...—Contó el chico limpiando la inexistente suciedad en la uña de su dedo índice, demostrando el nerviosismo que le traía esa pregunta. Su mamá comprendió y asintió callada, rebuscandosela para sacar otro tema de conversación a flote. —Iré a mi habitación, tengo mucha tarea que hacer.— Informó el peliteñido levantándose de su comoda posición para dar fin a la comunicación con un beso en la mejilla de la mujer. Esta bufó, cansada de tener que ignorar los temas que Sehun intentaba no tratar. Ya vería como darle una vuelta de rosca al asunto.

     El adolescente subió las escaleras con sigilo y llegó hasta su alcoba, cerrando la puerta detrás de él. Tomó impulso y se aventó contra su cama abrazando rápidamente una almohada, miró esta y comenzó a llorar. ¿Por qué la gente era tan malo con él? ¿Había hecho algo malo alguna vez? Se repetía varias veces en su cabeza las mil y una cosas que pudo haber hecho pero ninguna se ponía en contexto para perdonar las bestialidades que sus compañeros de clases le hacían.

—¡Yo no pedí nacer así!—. Susurró, callando un grito, sobre su almohada, actos siguientes comenzó a pegarle a esta. Graves signos de la desesperación.

     No pasó mucho para que el cansancio y la desgana jugaran en su contra y termine durmiendose sobre la almohada que ahora se encontraba húmeda y abollada por demás. Pequeños y dulces ronquidos salían de su boca, enterneciendo al ser que lo observaba desde su mesa de luz. Su cabeza reposaba sobre la palma de su mano, que a la vez estaba posada sobre parte de su mejilla. Los suspiros no tardaron en llegar e inundar la habitación, aunque Sehun jamás los oiría. Sonrió para si mismo, levantándose de su ppcision y tomando cartas en el asunto dejando un pequeño beso sobre la frente del dormido y jurandose que jamás volvería a molestar a su pequeño.

Safety Pin;; ANGELITO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora