CAPÍTULO 4

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NARRA JIMIN.

Jimin, llegaré a medianoche.
Te dejé tu cena en el microondas.
Te quiero.

Mamá

Solté un pequeño suspiro y dejé la pequeña nota justo donde la había encontrado. Me ponía triste verla trabajar hasta tarde y que se levantara tan temprano todos los días. Mi madre es enfermera y había decidido tomar doble turno en el Centro Médico Asan, dándole apenas tiempo para comer.

No culpo a mi madre por haber decidido mudarse a Seúl y mucho menos por haberse separado de mi padre. Su vida estaba en Busán y para ella debió haber sido más difícil el trasladarse, dejando de lado no solo su trabajo, sino a su otro hijo. Por suerte, mis abuelos eran de Seúl y a su muerte, le habían heredado su casa. Gracias a eso teníamos un hogar bastante decente.

Fui a la cocina, prendí la luz y puse en marcha el microondas, dejando que el sonido de la máquina calentando mi comida inundase el lugar. Yo, mientras tanto, me encontraba recapitulando los eventos del día de hoy: las clases de danza tan increíbles y el buen rendimiento que tuve en ellas (hasta en ballet, pese a lo mucho que se me dificultaba), mi reencuentro con Tae y por supuesto pero no menos importante, el chico del camión, que resultó ser mi profesor de teatro en la universidad.

Mi mente se sentía más cansada que mi cuerpo, mis ojos estaban semi cerrados debido al cansancio y sentía mis orejas frías, debido al cambio de temperatura tan repentino. "Fue un día bastante extraño" pensé.

El sonido del microondas señalando que mi comida estaba lista me sacó de mis pensamientos. Tomé unos palillos y fui a sentarme, colocando mi celular sobre la mesa. El sueño que sentía era inmenso, podría quedarme dormido mientras tragaba los fideos: la sensación de pesadez en mi cuerpo rebasaba las ganas de seguir comiendo y juraba que escuchaba a mis piernas gritar: "¡ESTAMOS HARTAS DE AGUANTAR TODO TU PESO!"

Mi celular vibró, haciendo que toda la mesa temblara. Era un mensaje de Tae, desde hace rato le había escrito y no me había contestado, haciéndome suponer que hasta ahora se había desocupado. El mensaje decía:

Perdón por no haber contestado antes, tuve que ir a comprar unas cosas. Seguro ya has de estar durmiendo, así que dejaré esto para que lo leas mañana: ¡Más te vale que te subas a ese maldito camión a la misma hora que ese muchacho o te patearé el trasero, Park! Besos.

Solté una fuerte carcajada que hizo que mi cansancio se esfumara de golpe. "Ese tonto realmente me pone de buen humor" pensé. Terminé de cenar y lavé los trastes, para después hacer mi comida para el día siguiente, así tendría más tiempo para dormir y tener energías para las clases.

Cuando terminé de cocinar, guardé el arroz, el pollo y las verduras en el refrigerador. "No será una obra maestra culinaria pero al menos, se ve mejor que el menú de la cafetería" dije, halagándome. Subí corriendo a mi habitación, me quité los zapatos y me acosté en la cama.

Tenía tantas preguntas en la cabeza: "¿Existen las coincidencias? ¿O todo es producto del destino? ¿Cómo es que el chico del camión y el profesor de teatro resultaron ser la misma persona? ¿Y si supo desde el principio donde iba a estudiar y decidió seguirme? ¿Será que me conoce desde hace mucho y es un acosador loco que busca secuestrarme? ¿Y si le hace daño a mi madre para que me quede con él? Es más, ¿le gustaré acaso? ¿Me gusta acaso? Ay, por qué es tan guapo."

Sentí como mi rostro comenzaba a calentarse e imaginé el color rojizo que este había adquirido debido a dicho pensamiento tan fuera de lugar. Toqué mis cachetes y rodé a un costado, quedando en una posición aún más incómoda que la anterior: mi cuerpo en una lateral, con parte de mis piernas fuera de la cama y mi rostro siendo aplastado por parte de las cobijas sin tender.

A DANCE FOR TWO || JINMIN ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora