Comencemos.
Los árboles se movían de un lado a otro provocando una ambiente frío, poco común en Ocean City, las estrellas...
Bueno, ellas...
No, no, no. Así no debe comenzar, volveré a empezar.
Comencemos (de nuevo).
La soledad era presente en el estudio de ballet, era un poco escalofriante pero agradable a la vez. Las clases...
Rayos, narrar una historia es más difícil de lo qué creí. Concentráte, Allison.
Y aquí vamos otra vez...
Ese día mi trasero estaba teniendo un pequeño crush.
Sí, una atracción platónica por alguien o algo qué estaba fuera de su alcance. ¿Y a qué no saben con quién o qué?
Con el duro y helado piso del estudio de ballet. Un amor doloroso, sí. Pero mi trasero era persistente, así que faltando cinco meses para la audición más importante de mi vida, él se había enamorado, y no daba señales de desistir.
Pero ya saben lo qué dicen, de tal dueño tal trasero, o algo así.
El punto es qué, el crush de mi trasero dio lugar a un recuerdo. Por más extraño que suene.
Sentada en suelo los pensamientos acerca de mi trasero habían sido sustituidos por un recuerdo lejano.
Uno de esos qué te transporta y luego te deja con una nostalgia casi imperceptible, pero que sabes que está ahí.•••
La pequeña yo de 5 años corría por los pasillos, buscando un sitio dónde esconderse.
Hasta qué se le ocurrió detrás del sillón. Se sentó con su pecho subiendo y bajando agitadamente con cada respiración qué daba.
Y se mantuvo callada por unos pocos segundos. Sin moverse.
—Te encontraré, pequeña... —habló el señor mientras buscaba sigilosamente—Y te haré reír hasta qué te hagas pis.
Eso me hizo soltar una pequeña risilla qué no pude contener, delatándome.
—¡Aquí estás! —Papá me alzó en el aire haciéndome llorar de la risa.
•••
—Aquí estás. —Habló una castaña desde el marco de la puerta, distrayendome de mis recuerdos y provocando que saltara por la sorpresa —¿Qué hablamos de quedarse en el estudio en la noche, Alls?
En la voz de mi amiga había cierto reproche, su alborotado cabello castaño oscuro caía sobre su rostro, los mechones púrpura pasaban casi desapercibidos. Un tutorial de YouTube y una pijamada de dos chicas eran una fuente de creatividad.
Creatividad qué le ocasionó un castigo, y mucho drama.
—Algún día me matarás de un infarto, chiflada —llevé una mano a mi pecho con dramatismo, haciendo referencia a su repentina aparición.
Las razones de quedarme en el estudio variaban de vez en cuándo. Esa vez se debía a qué la coreografía no me salía cómo debía, la profesora lo notó y dijo qué debía practicar. A lo que entendí un sí no es perfecto, no es nada.
Claramente la señorita Collins no quiso expresar exactamente eso, pero pero mi manía de perfección, lo interpretó así.
—¿Yo? ¿Chiflada? —preguntó con incredulidad— Lo dice la qué se queda en el estudio sola por la noche. Tétrico.
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Querida Cassey
Teen FictionEsta es la historia de Cassie, sorprendentemente no soy yo, es (o era) mi más grande y preciada amiga, la persona más genial que había (he) conocido. Tal vez se pregunten porqué soy yo la qué narra la historia, pues, sólo diré qué la vida es inesper...