Comenzó a caminar con prisa hacia la cabaña. Al llegar se encontró con un lugar totalmente desbastado, lo que alguna vez fue esa cabaña, sólo quedaban escombros y sin rastros de nada a simple vista.
Nathan se quedó helado y repleto de impotencia. ¿Quién habría hecho eso? Sentía un sentimiento de entre susto e intriga, fue una total sorpresa.
En ese momento comenzó a ver escombros moverse y se oía un leve sonido saliendo desde debajo de estos.
- Ga… ren… – Tolfdir lo alcanzó a llamar con las pocas fuerzas que le quedaban.
Nathan se acercó tan rápido como pudo a ese montón de escombros y comenzó a quitarlos, hasta que logró dejar a la vista el rostro de su entrenador.
- ¿Qué ha pasado? ¿Quién hizo esto? – Preguntó Nathan.
- No estoy seguro pero no es lo que importa ahora. Ya no puedo seguir, no te podré entrenar.
- ¡¿CÓMO DICES?! ¡Tú no me dejarás!
- No es mi decisión joven guerrero… sé que lo harás bien, confío en ti. Debes entrenar duro cuanto antes y juntar a un equipo.
- ¿Dónde encuentro a los Jinetes?
- Ellos se mostrarán cuando sea el momento. Hasta que eso llegue debes estar preparado. Deja a tu familia y a tus seres queridos, pueden correr peligro si te mantienes cerca de ellos… Adiós Garen, que la luz divina te guíe en tu aventura.
- Gracias por todo entrenador. – Algunas lágrimas cayeron por su mejilla pero no lo hizo notar, debía ser fuerte…
Tolfdir ya no respondió y Nathan bajó sus párpados. Se puso de pie y partió hacia su casa, debía dejarla cuanto antes. Amaba a su familia pero no iba a permitir que sufran algún daño. Era la hora perfecta ya que su mamá solía ir al gimnasio y su papá estaba en su trabajo.
Abrió la puerta, subió a su habitación y comenzó a preparar algo de ropa.
Una vez terminó todo en su casa comenzó a pensar dónde entrenaría. Debía ser un lugar oculto, algo secreto y grande. Pensó automáticamente en la antigua fábrica de botellas de las afueras de la ciudad. Estaba abandonada hace mucho tiempo y poca gente pasaba por el lugar, seguro no haría daño a nadie su alojamiento.
Comenzó a caminar mientras memorizaba sus escasas lecciones de entrenamiento. Sin duda no tendría tiempo para entrenar él y luego a su equipo antes de que todo suceda. Así que debía tomar una decisión arriesgada… lograr dominar a la perfección sus habilidades e ir solo a la batalla; o de lo contrario, comenzar desde ese mismo momento a reclutar integrantes para que le brinden ayuda. Aunque de esa forma serían inexpertos en combate, rival fácil.
Luego de pensárselo unos minutos sin dejar de caminar su decisión fue rápida, sabía que no podía llevar a un grupo de guerreros inexperimentados a la batalla, morirían en segundos. Pero también sabía que no podía hacerlo solo, y con un buen equipo había posibilidades. Para formar ese equipo debía primero descubrir a los Roomies dentro de su ciudad, aunque sería difícil, porque nada lo distinguía de un humano como cualquier otro.
Su primera decisión ante todo esto fue llamar a su mejor amigo, Sam. Sabía que podía confiar en él y además tal vez podría ayudar en algo.
Sam era algo más pequeño que Nathan, su cabello era algo rojizo y sus ojos verdes. Era ligeramente excedido de peso pero a pesar de eso, era ágil para salir de las peleas cuando se le daban mal. Absolutamente un gallina.
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After the Earth: Comienzos
RandomCuando un apocalipsis está próximo, todo debe hacerse para intentar pararlo... Una vez que éste comienza... detenerlo es tarea de héroes.