Capítulo IV

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Al ingresar otra vez ambos se sentaron en la mesa y Tolfdir empezó con su lección.

-          Verás… a la hora de tomar una decisión en batalla un guerrero no dispone de mucho tiempo, por lo que tiene que ser veloz en tomarla. Ningun peleador conoce el momento en el que le toca pelear, y es por eso que debe permanecer en constante alerta con el entorno.

No sólo es eso, además un buen luchador sabe utilizar éste entorno para su propio beneficio, tienes que actuar con sabiduría, es lo más primordial en una batalla. No siempre gana el más fuerte, muchas veces, gana el más sabio. Siempre recuerda eso.

-          “Beneficiarme con el entorno… Tener mente abierta…” Lo tengo maestro.

-          No me llames maestro, soy más bien un… entrenador, tú debes ser el maestro de tu equipo de aprendices, más adelante.

-          Será difícil, ¿Podrás ayudarme?

-          Haré lo que sea con tal de evitar el apocalipsis.

-          Gracias, entrenador. Podemos seguir con las lecciones.

-          Bien… una regla fundamental luego de conocer esto es saber moverte por ese entorno. Para esto necesitas aprender a bailar. ¿Sabes bailar?

-          ¡¿BAILAR?! ¿De qué me sirve bailar en medio de un combate?

-          El baile, aunque nadie lo vea así, solía ser un entrenamiento básico para los guerreros de antaño. Es un método fundamental que ayuda a relajarse y a adquirir agilidad en todo el cuerpo. Así que… hoy te la pasarás bailando.

-          Odio bailar. – Le dijo. – Es algo que todos mis amigos hacen pero a mí no me convence.

-          Pues te servirá de mucho, aprende a bailar y quitarás muchos problemas de en medio.

En el transcurso de las próximas horas Tolfdir hizo bailar a Nathan hasta el final del día. Terminó agotado pero ya estaba preparado para esquivar con facilidad ataques básicos.

-          Vuelve a tu casa chico, mañana nos espera un día agotador, hay un lugar que quiero que conozcas, te gustará.

-          Bien, ha sido agotador. Nos veremos mañana, entrenador.

Nathan comenzó su viaje de regreso hacia su casa volviendo sobre sus pasos, como lo había hecho al principio del día.

A mitad del camino fue interceptado por un hombre de aspecto misterioso, con una daga en la mano.

-          No te entregaré nada, ladrón. ¿Por qué no vienes a buscarlo tú mismo? – Le dijo Nathan mostrando una pícara sonrisa, antes de que el hombre mencionara alguna palabra.

-          No vengo por tus pertenencias, vengo por información. ¿Qué sabes acerca del apocalipsis?

-          “Probablemente sea mala idea decirle la verdad” – Pensó para sí. – No sé nada acerca de ningún apocalipsis, ¿De qué hablas?

-          Vamos, sé que algo sabes y prefiero no tener que averiguarlo por mi cuenta. Créeme, estoy de tu lado.

-          Bien, entonces ¿Quién eres?

-          Es una pregunta que no puedo contestar, estoy apurado… necesito que me brindes esa información, sólo eso.

-          No te diré nada, será mejor que sigas tu camino.

-          No soy el enemigo, el enemigo está ahí fuera, esperando para despertar en cualquier momento. No será nada fácil y no podrás tú solo.

-          ¿Es decir que ya sabes todo?

-          No, no lo sé todo, pero sé muchas cosas… hay cosas que deberías saber.

-          Háblame acerca de esas cosas.

El sujeto misterioso miró hacia los lados, como si hubiera escuchado algún sonido y luego salió corriendo. Insinuando que lo perseguían. Pero allí no había nadie, la calle estaba vacía, y colmada de un silencio ensordecedor. Definitivamente había sido un encuentro extraño.

Nathan llegó a su casa, saludó a sus padres y encendió la tele, como de costumbre. Comenzó a mirar películas hasta la hora de la cena.

-          ¿Cómo te ha ido? – Preguntó su madre.

-          Bien mamá, un día muy tranquilo…

-          ¿Y Sindy? ¿Estuviste con ella? – Le preguntó el padre.

-          No, hoy no he pasado tiempo con ella… prefería estar solo, necesitaba un tiempo.

-          Está bien, pero no la desaproveches, parece quererte de verdad, amores sinceros escasean en estos tiempos. – Recomendó el padre.

Se acercó su mamá a servir la comida y luego de cenar junto a sus padres, Nathan se marchó a dormir.

-          Hasta mañana.

-          Hasta mañana.

Definitivamente fue un saludo muy frío de parte de Nathan, y de sus padres, pero él no hizo caso a eso.

A mitad de la noche Nathan despertó por una pesadilla donde podía observarse a un chico de aspecto sombrío, sin un ojo y con una chaqueta de cuero de color negro asesinándolo. No lo reconocía de ninguna parte.

Nathan ignoró su pesadilla intentando volver a dormir pero no había caso, pensaba en ese chico… ¿Quién sería? ¿Por qué soñar con un desconocido? Luego de unos momentos, logró cerrar sus ojos y terminó quedándose dormido, despertando al otro día con ánimos de otro entrenamiento. ¿Qué aprendería hoy?

Luego de vestirse y cepillar sus dientes fue a la cocina a desayunar algo rápido.

-          Mamá, no volveré hasta pasada la tarde, tal y como me fui ayer.

-          Está bien, eres grande pero procura cuidarte.

Terminó su desayuno y salió con prisa hacia la cabaña de Tolfdir.

After the Earth: ComienzosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora