Ayúdame a Entender

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En mis 19 años de vida, han sido cuatro personas las que han marcado para bien mi existencia por completo, un chico que me enseñó lo que es amar de verdad, un heterosexual que me hizo entender que no todo es lo que parece ser, un odioso que me ha demostrado hasta el cansancio que, en esta comunidad, aún quedan personas de valor y finalmente, y más reciente, ese Rey que se ha dignado a mejorar mi nivel de motivación y autoestima... ellos son completamente distintos, pero poseen algo en común: sacan lo mejor de mí.

Esta vez, me gustaría hablar de ese heterosexual, que en su momento puso mi mundo completamente de cabeza, llenándome de confusiones con cada acto.

Recuerdo perfectamente ese febrero del 2015, como me encontraba jugando Frisbee en el estacionamiento del edificio de mi mejor amiga, fue en ese momento inesperado en el que noté que las agujetas de mis zapatos estaban sueltas, con normalidad me incliné para atarlas y fue ahí cuando escuché dos voces desconocidas, poco a poco me levanté del piso y vi de reojo, pude ver a ese chico de estatura promedio, cabello rizado y de piel sumamente blanca y complexión delgada. Debo admitir que di la espalda rotundamente por los nervios, ese chamo de aproximadamente 16 años, me había puesto nervioso y no entendía el por qué.

Un instante después, actué con naturalidad y finalmente vi al acompañante de ese que me había puesto nervioso, era un chico moreno, con pequeños músculos, alto y de cabello castaño liso, mi mejor amiga procedió a presentarnos e invitándolos a jugar. Continuaron su juego de Frisbee el cual decidí dejar debido a la incomodidad...

Ese día transcurrió con total normalidad, cada quien volvió a su respectivo apartamento, días después, llego el carnaval y con esa semana festiva, provinieron los planes de la guerra de agua que acostumbrábamos hacer anualmente entre todos los residentes de la urbanización.

Esa fue la segunda vez que lo volví a ver, fue el día en el que nos saludamos y a duras penas, salieron palabras de ambos, al caer la noche, exhaustos por esa gran guerra, mi mejor amiga tomo la iniciativa de crear un grupo en WhatsApp, cuyo objetivo tendría socializar entre todos, y yo más que nadie sabía cuál era el objetivo subliminal que tenía ese grupo para mí de parte de ella.

Finalmente, terminamos esa noche entre habladurías de cosas que se harían sucesivamente, debo admitir que, de no ser por ese grupo, nunca hubiese tenido el valor suficiente para socializar con ese chico que días anteriores me dejo completamente estático. Por qué si, fui yo quien esa vez tomo la iniciativa de entablar una conversación con él. Y tuvo un buen resultado, pues los días adyacentes a ese acto, todo fue excelente, ya teníamos la confianza suficiente como para hablar frente a frente sin sentir la mínima vergüenza... a partir de ese momento, todo empezó a cambiar, fueron pasando las semanas, salíamos como grupo y nos divertíamos constantemente. Pero con él... la confianza fue aumentando más que con cualquier otra persona.

Tras largos meses, nuestra amistad se había fortalecido lo suficiente, pero fue en ese momento, en el que noté un cambio sumamente extraño, y no solo yo. Mis amigos sabían mi orientación sexual y la de ese chico... pero, en ciertos casos, era dudosa su manera tan "heterosexual" de llamar mi atención, no solo lo decía yo, también lo decía una amiga a la que visitábamos constantemente por las tardes, ella también se percataba de sus golpes, su manera de decirme cosas, y de simplemente fastidiarme, eso sin contar las infinidades de piedras que siempre me lanzaba cuando lo ignoraba de camino a casa de la chica.

Todo eso fue lo que me volvió loco por él, su manera de ser conmigo "su primer amigo gay" pero no solo lo digo por lo bien que me hacía sentir, sino, por lo confuso que se veía el panorama.

Aún tengo presente cada momento con él, esas visitas vespertinas que solíamos hacer, esas pocas veces en las que me decía por inercia que le gustaba la suavidad de mi cabello, y como olvidar ese maldito montón de piedras que se encontraba en la esquina de su edificio, aquel que le permitía fastidiarme por todo el trayecto. Definitivamente, esas cosas, para mí son valiosas e inolvidables. Pero lo que, sin duda, jamás olvidaré fue aquella noche en la que me encontraba solo en mi apartamento, y decidí escribir por ese grupo que me había permitido conocerlo muy bien. Avisé que podían venir y a los minutos, todos se encontraban aquí, dispuestos a beberse hasta el agua que contienen los floreros, y una vez más, él estuvo ahí, completamente radiante.

Recuerdos Del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora