Amantes

Mujer de fuego

Ahí estábamos los dos, en otra de nuestras salidas ocultas, no sé si sentirás exactamente la misma adrenalina que yo, pero claramente escucho mi corazón aumentar sus latidos a cada metro que me acerco a tu casa y te veo sonreír con mi presencia y veo como rápidamente abres la puerta, te subes, sonríes y me saludas, y a partir de ese momento empieza la noche.

No tengo el número exacto en la cual nos hemos visto sin decirle a nadie, creo que ya he perdido la cuenta, sin embargo en cada una de estas, siempre hay algo chistoso que nos pasa o que lo guardamos para contárselo a alguien más como una experiencia chistosa de las cuales solo ocurren una vez en la vida, de esas que, o te embarcas o te la pierdes.

Aquella noche fue diferente, pues tú te preparaste para salir con una de tus amigas de la infancia, recuerdo haberte dicho que ese día no podía acompañarte, sin embargo, pasada las once de la noche me decidí por seguirte hasta donde estabas. Debido a la hora y al lugar a donde iría en tu búsqueda, contraté un servicio de taxi puerta a puerta con localización GPS, el cual me daría la seguridad que llegaría al punto sin que pase algún contratiempo.

Llegando al punto, te llamé para que me dijeras la casa exacta en donde te encontrabas pues el barrio no me agradaba del todo. Mientras te llamaba por celular, rodeaste el carro y te apareciste en mi ventana, cargabas una vestimenta provocativa, de un color llamativo y con un escote que hacía prevalecer tus atributos de mujer, estabas bastante maquillada y cargabas varios accesorios que resaltaban y hacían una combinación perfecta para la ocasión.

Entramos juntos a aquella casa esquinera en donde ya había empezado la reunión varias horas atrás, yo era el extraño que nadie conocía y que buscaban integrarlo a asunto, mi actitud fue fresca y me senté junto a ti, todos estaban bebiendo whisky, conversando y contando anécdotas jocosas de las cuales no entendía del todo pero me causaban gracia y reía junto a ellos.