Capítulo 2: El funeral de la verdad

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La castaña dormitaba en completa tranquilidad, abrazada a su almohada cual koala; y quizás en demasiada paz considerando la casa de locos en la que había nacido. Algo lo iba a arruinar, como era de costumbre por aquel lugar. Y honrando aquella vieja tradición, su hermano mayor entró por la puerta cual Grupo Halcón, dando golpes a una cacerola con una cuchara de metal como si estuviera en medio de una manifestación

—¡Arriba, arriba vaga!—gritó como loco desaforado, haciendo que la chica tuviera que taparse los oídos con la almohada en sus brazos; la resonancia en conjunto parecía querer romper sus tímpanos.

Había despertado al demonio.

<<¡Hijo de un orfanato de putas!>>, maldijo internamente a medida que la vena en su frente comenzaba a resaltar de sobremanera.

—¡Ya basta, ya estoy despierta, desgraciado!—gritó fúrica, tirándole la almohada con tal rapidez y fuerza que el contrario no tuvo la opción de esquivarlo.

La "suave" superficie impactó con su rostro, tirándole contra la pared. Su ser pareció caer casi inconsciente por unos segundos, tambaleándose momentáneamente al incorporarse. Había quedado bobo por el golpe, o por lo menos más que de costumbre. Sin embargo, eso no le impidió ser el mismo molesto y respondón ser de siempre

—¡Era hora!—se quejó antes de salir corriendo como alma que lleva el diablo, antes de que su "cariñosa" hermana decidiera darle los buenos días con una mesita de luz en la cara.

Soldado que huye sirve para otra guerra.

La joven se sorprendió ante la fuerza que había empleado inconscientemente, pero el sueño que acarreaba le hacía imposible el poder procesarlo. Su mente pareció pronto borrar aquél hecho, haberlo tomado por natural.

Cuando la puerta se cerró tras la gallina de forma humana, la joven suspiró aliviada. <<¿Por qué es que existo...? >>, pensó mientras se levantaba de la cama como un verdadero zombi.

Las personas normales, excluyendo a su familia por su puesto, probablemente estaría corriendo y gritando que el apocalipsis había comenzado.

Los bostezos no se hicieron esperar y varias lágrimas cayeron de sus ojos a causa de ellos, el sueño aún pesaba en su dormida consciencia. Descansar mucho menos que ocho horas no era recomendable en ningún sentido; y menos cuando normalmente dormías casi doce horas por día más una ocasional siesta por la tarde.

La castaña no había podido dormitar en toda la noche. Por más que se hubiera sentido cansada en aquél entonces, al haberse acostado no había podido pegar un ojo en casi toda la madrugada. Y encima, cuando por fin había caído en los brazos de Morfeo, entraba el retrasado de su hermano gritando como perra loca.

Destapándose, la chica se levantó y estiró su cuerpo. Al instante, sus huesos crujieron de tal manera que parecían haberse hecho polvo debajo de su piel; sus músculos entumecidos provocándole una leve sensación de dolor, <<Putas obligaciones...>>.

Tratando de no tambalear como borracho, la joven se dirigió hacia el baño que, para su suerte, estaba justo al lado de su habitación. Al estar dentro abrió la canilla del agua fría y, juntando un poco entre sus manos, lo tiró sobre su rostro; el frío fue definitivamente efectivo en despabilar su mente. Tiró un poco más de aquel líquido sobre su rostro y, a tientas, tomó la toalla y secó su cara; su mirada se topó desgraciadamente con su reflejo en el espejo.

Su cabello era corto, un poco más arriba de la altura de sus hombros, de un sedoso color castaño, aunque se hallase enmarañado y atado en aquel momento. Sus ojos eran dos profundos y marrones círculos oscuros; nada especiales. Estos estaban protegidos por largas pestañas y unas descomunales ojeras. Sus labios eran pálidos y algo morados debido a arrancarse la piel de ellos; con una perfecta forma de corazón. Su cuerpo era regular, buena delantera y trasera, pero con algo de grasa extra; aun así, era una linda figura, aunque ella no lo quisiera reconocer. Su piel era blanquecina pues no salía demasiado; su complexión era algo ancha debido a sus tempranos y acabados años de natación.

Clan Crimson: Asesina CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora