Luisita había estado sentada en su gabinete todo el santo día. Estaban siendo unas horas de mucho trabajo e ya se sentía moriendo de cansancio. Llamada para aquí, recado para allí, confirma las botellas de vino, busca la música ambiente más adecuada, miles de tareas para una única persona. Mañana habría una gran fiesta en El King's y la pequeña estaba encargada de organizarlo basicamente todo.
"No doy abasto. Dios. Ojalá, en este momento no fuera encargada." - dijo para sí misma, mientras se estiraba en la silla.
Tres golpes sonaron en la puerta.
"Sí?"
El pomo se movió y por una pequeña grieta se vio Benigna.
"Puedo, Luisi? Necesito hablar contigo."
"Ay, Benigna, que viene justo cuando estoy a punto de explotar con tanto que hacer. No puede ser en otro momento?" - lamentó Luisita, con la cara apoyada en sus manos.
"Hija, es que creo que esto es importante, más para ti que para mi. Escúchame un minuto y en seguida me voy." - le pidió su amiga, mientras ya se acomodaba en un rincón del sofá blanco y moderno que había al lado de la secretaria de la más joven.
"Venga, venga. Que sea rápido, entonces. Que pasa?"
Benigna enderezó la espalda y empezó abriendo su bolso negro. De dentro, sacó un pequeño sobre, que le entregó.
"A ver... Es que tengo algo para ti. Ha llegado, por error, en el día de Reyes, este sobre a mi bolso... Al principio, pensé que me estaba dirigido y me quedé muy nerviosa. Lo que pasa es que... me contaron que hubo una equivocación y, al final, es para ti, mi hijita. Contiene una carta muy bonita, escrita por... Amelia." - Le contó Benigna, con una expresión de sorpresa.
Luisita la miró a los ojos en ese mismo segundo y sonrojó. Agarró el sobre con la poca fuerza que tenía y sonrió.
"Se te vinieron los colores a la cara... Te gusta? Es muy buena chica, eh?" - inquirió Benigna, sonriendo.
La pequeña deshizo su sonrisa en un misto de vergüenza y miedo por la avalancha de palabras lanzada por Benigna. Benigna era como una madre para ella: La cuidaba y acompañaba desde hace mucho tiempo y había visto como Luisi se relacionaba con un par de chicos de tanto en tanto, pero nunca algo serio. Le aconsejaba y hacía sentir muy querida, la verdad. Luisita la quería tanto como a Manolita. Pero no se sentía cómoda con el tema 'Amelia'. No podía contárselo. No podía, porque Benigna la rechazaría y, si eso pasara, ella no aguantaría.
"Oiga, Benigna. Yo... no sé que se habrá pensado, pero yo no tengo nada que ver con esto. Amelia y yo somos apenas..." - murmuró, acariciando sutilmente el sobre con la punta de los dedos.
Benigna la interrumpió: "Ya lo sé, ya lo sé. Veo como la miras. Tus ojos brillan y bosquejas la sonrisa más bonita que he visto nunca. Creo que es la primera vez que te veo tan ilusionada con alguien, Luisi. - Benigna se levantó del sofá y se acercó a la joven. Le hizo una caricia en el pelo y le guiñó un ojo. - Deberías aprovechar la llegada de esa carta para hacer algo, mi niña... Tú léetela y luego decides lo que haces."
Luisita se sintió temblar de punta a punta. Le faltaban las palavras. Se sirvió de una botellita de água que ahí tenia y la bebió de un trago. Miró a Benigna con expectativa y le respondió bajito "Vale. Gracias."
Benigna cogió su bolso, le sopló un beso y se fue del gabinete sin mirar hacia atrás. Salió a la calle y tomó todo el aire que podía. Ya estaba hecho. Ahora, Luisita tenia la decisión en sus manos. Como podía ella, Benigna, haberse creído que aquella carta le iba dirigida? Apenas un ciego no podía ver cómo se miraban aquellas dos jóvenes y se les caía la baba la una por la otra. Pero a Luisita siempre le costaba dar 'el paso'. Se tardaba mucho y, por varias veces, a cuenta de esa forma de ser, había perdido grandes oportunidades. Benigna esperaba que, de esta vez, Luisita espabilara y hiciera lo que tenía que hacer: Decir finalmente la verdad a su querida y luchar para ser feliz a su lado.
Mientras tanto, Luisita, adentro del gabinete, intentaba frenar el ritmo de su corazón. Decidió encender un cigarrillo, acomodarse en su silla giratoria y, por fin, abrir el sobre. Sabía que, una vez leída esa carta, no había marcha atrás. Independientemente de las palabras que esta contenía, o le contaba a Amelia todo lo que sentía y se hacía la valiente de una vez por todas, o le mentía muy bien y perdía para siempre la oportunidad de vivir este amor tan grande con ella.
Ya con la carta desplegada en sus manos, Luisita empezó a leerla. Así decía:
"Cariño Mio,
Cómo me gusta llamarte así. No soy Melchor ni seguramente esta es la carta que esperabas recibir la mañana de Reyes, pero no encuentro otra manera de decirte lo que siento por ti. Sin saber, te has ido colando en mi corazón y en mi pensamiento y me he enamorado de ti. He intentado frenarlo, pero no he podido y ahora ya no concibo pasar un día sin verte, sin oír tu voz, sin encontrar tu mirada.
En este día de Reyes, quiero compartir contigo el deseo más profundo de mi ser: pasar cada segundo de mi vida contigo.
Te quiero,
Amelia."
Luisita sintió que una docena de lágrimas deslizaban por sus mentones. Sentía que su corazón estaba tremendamente apretado, que respiraba muy deprisa. Llevó la carta al pecho, la abrazó y se permitió soñar. Estaba más feliz que nunca. Al final, Amelia también se había enamorado. Su amor era correspondido. Qué bueno era eso!
La encargada del King's bajó a la Tierra de pronto, al ver que su hermana María entraba corriendo en el gabinete. Se secó rapidamente las lágrimas y intentó hacer la expresión más neutra posible.
"Perdón, perdón, pero vengo llena de prisa. Has podido hacer todo lo que te pedí? No te olvides de que mañana es la fiesta. Todo tiene que estar perfecto. Y... mira que ya es hora de cerrar el bar. Tengo que irme. Puedes hacerlo tú?" - dijo María, acercándose a su hermana.
La rubia sollozó sin querer y María se asustó.
"Estuviste llorando? Qué pasa?"
"Nada, nada. Estoy llorando de felicidad. Tú tranquila." - respondió Luisita, guardando la carta nuevamente en su sobre, para que María no la leyera.
"Ay. Menudo susto que me has dado. Ven aquí." - La brunette le extendió los brazos y Luisi se acercó, abrazándola. - "Si es de felicidad, pues, llora todo lo que quieras."
La pequeña y insegura Luisi se levantó de su lugar, se acercó a su hermana mayor y se dejó abrazar. Se quedaron las dos así por un momento, disfrutando del silencio y del calor de sus cuerpos. Pasados unos minutos, María se alejó y le cuestionó "Estás bien? Segura?"
Luisita asintió con la cabeza, le agradeció bajito y le pidió que la dejara a solas.
"Yo cierro el King's. Ve tranquila." - dijo.
Su hermana sonrió y salió tranquilamente por la puerta por donde había venido, dejándola nuevamente sola en el gabinete, rodeada de la magia venida de aquella carta-sorpresa. Caminó hacia su secretaria, cogió el teléfono y marcó un número. Esperó dos segundos y empezó hablando muy deprisa por el aparato: "Habla Luisa Gómez. Está Amelia Ledesma? Se puede poner? Es urgente."
Una voz dulce del otro lado preguntó: "Luisita?"
"Sí, sí. Amelia, soy yo. Puedes venir al King's? Sí, ahora. Ven, que es urgente. Gracias. Hasta ahora." - Luisita ni le dio tiempo de contestar. Colgó prontamente el teléfono, como un rayo, y salió hacia el salón del bar. Buscó y juntó todo el que necesitaba y se puso 'en ello'.
Quedaba muy poco para la llegada de la morena. Se acercaba, finalmente, el momento de decidir que hacer con su vida:
Contar o Mentir?
Estaría Luisita preparada para luchar por Amelia, ahora que sabía que su amiga sentía lo mismo?
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Mil Veces - Una fanfiction Luimelia
FanfictionUna fanfiction con algunas verdades mezcladas sobre #Luisita y #Amelia, de la serie española Amar Es Para Siempre. Por: SometimesBraveC