Capítulo Cinco: Encuentro de 'cremallera'.

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La tarde fue pasando, el Sol se fue poniendo delicadamente en el horizonte. La Plaza de los Frutos estaba muy animada, con gente corriendo para aquí y para allí, atareadas y con bolsas de compras en los brazos.

Toda la gente sabía que, en esa noche, actuarían ahí por primera vez Los Chorbos, un grupo musical nuevo, muy bueno y fiestero. Antes de ellos, claro, Amelia subiría al escenario con un número, según ella, "Muy especial."

No se hablaba de otra cosa en las calles del centro de Madrid. Los fans intentaban buscar a Amelia por el Hotel, intentando que esta les contara un poco más de su próximo número, pero ella estaba teniendo tanto lío que pidió a Domingo que les tranquilizara y alejara de ahí.

A las siete de la tarde, Amelia cocinó un arroz buenísimo para ella y sus amigos Natalia y Jesús, comieron juntos en su casita, compartiendo episodios divertidos de su día, haciendo bromas y comentando las noticias del diario de esa mañana y la morena salió corriendo hasta el King's Road Club. Ahí entró, muy acelerada, preguntando por María.

"Aquí, aquí, guapa. Estoy aquí. Ven." - Dijo su jefa desde el camerino. - "Te he dejado el espacio bien perfumado y decorado, para que te sientas cómoda. Los Chorbos ya traen su ropa vestida, por lo que no necesitarán tu camerino prestado, como habíamos pensado inicialmente. Por eso, tranquila. Nadie te molestará esta noche."

"Gracias, María. Eres un Sol. A qué hora debo empezar?" - Preguntó Amelia, muy animada.

"Pues... Tienes aproximadamente 40 minutos hasta la actuación. Te dejo botellas de água, té, galletitas ligeras para que no se te baje la tensión y la ropa ya planchada en cima de ese sillón. Arréglate tranquila y, si necesitas algo, grita mi nombre, que yo estaré fuera, en el salón." - Explicó María.

"Gracias." - Le respondió la vedette, y María salió rodopiando.

Amelia se quedó sola en en silencio de ese camerino. Respiró con energía, se sentó en un sillón delante del espejo y empezó a maquillarse. Decidió hacerse una línea discreta en cada ojo, con un lápis negro, se pintó los párpados y, al final, pasó un lápis labial rojo provocador en sus labios. Se miró y pensó: Perfecto.

Se levantó con cuidado y cogió su vestido del sillón de al lado. Era precioso: negro, con riendas y trocitos de satén junto al escote largo que realzaba su abundante pecho. Tenía una apertura lateral a la altura de su muslo izquierdo y, además, le dejaría la espalda desnuda cuando lo pusiera. Un bombazo!

Amelia, muy contenta de la vida por poder abrir el escenario a Los Chorbos, empezó a desvestirse detrás del armario blanco mientras silbaba extractos de su canción. No se dio cuenta de que, en ese tiempo, Luisita había entrado en el camerino sin golpear y la estaba mirando callada, con la boca abierta de asombro, desde un rincón del mismo.

Cuando la rubia tuvo el coraje, carraspeó y la llamó con dulzura: "Amelia..."

La morena no se movió un milímetro. Estaba con el vestido todavía por la cintura, dejando su pecho totalmente desnudo. Su fragilidad llegó como un rayo de luz y le llenó el cuerpo por completo.

"Necesitas... ayuda?" - Preguntó Luisita, a miedo.

Amelia sintió como su respiración se alteraba y intentó frenar los movimientos frenéticos de su pecho, hacia arriba y hacia abajo. Lo único que pudo hacer fue musitar un "Sí" y esperar.

Luisita se acercó despacio, le tocó la cremallera del vestido y tiró de ella unos centímetros, sin dejar de mirar la espalda desnuda de Amelia. Intentó contenerse, pero no pudo. Sin darse cuenta, ya estaba besando a un trocito del hombro de Amelia. Sintió como esta se estremecía ante el toque de sus labios y siguió besándola en ese mismo sítio. Apoyó sus manos en las curvas de la cintura de su novia y la morena suspiró intensamente.

Estuvieron un momento así, hasta que Luisita intentó abrazar a la vedette por la espalda, tocándole la barriga y, en ese momento, Amelia finalmente reaccionó. Se giró en ese abrazo, quedándose frente a frente con su amada. Se miraron un segundo, Amelia tenía los ojos vidriosos. Luisita bajó un poco la mirada, como si sus ojos fueran dos caminantes en la gran y deliciosa carretera de la piel de Amelia.

Al ver su pecho, tragó en seco. La morena se dio cuenta del deseo en la cara de su querida, y le cogió una mano. La conduzo hasta uno de sus pechos y la posó ahí mismo. El contacto de la mano de Luisi en uno de sus senos la volvió loca. La rubia estremeció ante el calor produzido por las dos. Le fue acariciando el pecho y mirando como Amelia cerraba los ojos para permitirse sentir. Era preciosa. Decidió subir un poco su mano hasta llegar a su cuello, apoyó su mano en ese lugar y acercó los labios a los suyos.

Ese beso fue lo más dulce que tuvieron esa noche. Amelia la abrazó de vuelta y correspondió al beso. Este se fue intensificando con el pasar de los segundos, se rozaban los labios, jugaban con sus lenguas, Amelia bajaba hasta el cuello de Luisita, dejando un rastro de besos por el camino. La morena suspiraba y la rubia gemía timidamente.

El súbito movimiento del pomo de la puerta las hizo separarse apresuradamente, muy asustadas. Amelia se giró, dando la espalda a la puerta y se cubrió con una mantita que tenía muy cerca. Luisa apenas tuvo tiempo de limpiarse un poco el labial corrido que le había dejado Amelia. Se giró hacia la puerta y se topó con María, con una ceja muy alzada. La jefa del King's les preguntó:

"Tardáis mucho?" - Al darse cuenta del problema ahí montado, de que las había pillado en una situación un poco frágil, la actriz intentó bromear: "Que estabais haciendo ahí, detrás del armario? Contando secretos?"

Amelia subió su vestido, tiró de la cremallera lo más que pudo y después hizo señal a Luisita para que hiciera el resto. La pequeña estaba blanca como una pared.

"Pues... Nada. Que Luisita me estaba ayudando con la cremallera del vestido. Ya estoy." - Dijo, mientras se limpiaba los borrones de labial.

"Eso, eso." - Respondió la rubia, muy avergonzada.

"Ya veo. Daros prisa, que el espectáculo va a empezar." - María ha vuelto los ojos, riendo, y salió del camerino, dejando a Luisita y Amelia más calladas que un muerto.

Las dos jóvenes estaban en punto 'caramelo', pero sabían que era demasiado temprano para que pasara algo así. Inevitablemente, se habían dejado llevar un poco más de la cuenta, y... Socorro! Las había pillado María. María, por Dios, en la peor hora, el peor lugar, y en la situación más incómoda de siempre. La hermana mayor de Luisita que, aunque supiera de lo suyo, era su hermana mayor. Qué vergüenza!

Amelia se acercó a Luisita, le arregló el pelo con suavidad, le plantó un beso dulce en la mejilla y empezó dirigiéndose a la puerta.

"Amelia." - Escuchó detrás de si.

La morena se giró, curiosa.

"Perdón." - Pidió la pequeña, avergonzada. - "No tenía que..."

Amelia volvió a acercarse a su novia, intentando que se callara.

"No digas nada. Ya sabíamos que esto, algún día, podría pasar. Tenemos que ser más cuidadosas." - Intentó tranquilizarla.

"Te quiero mucho, Amelia."

La vedette sonrió, contagiando a Luisi, y contestó dulcemente: "Y yo a ti."

Se alejó, fue hasta la puerta, la abrió, sopló un beso en el aire a su rubia favorita y salió.

Luisita suspiró fuertemente, pensando en lo que había pasado en esta última hora. Se quedó ahí, sola, unos instantes más, con sus muslos prendiendo fuego y completamente hecha polvo.

María, te mato. - Murmuró para si misma.

Caminó, en seguida, hacia la puerta, se arregló la falda azul-marina que traía (el vestuario de encargada del King's) y salió al exterior. Cogió una silla y se quedó charlando con los clientes de al lado, esperando ansiosamente el espectáculo de su amada. No quería perderlo por nada. Su enamorada le había dicho que sería 'irrepetible' y muy, muy fuerte.

A Luisita le encantaban las sorpresas, pero no tenía ni idea de que esta sería un caso a parte: como una de las más bonitas de su vida.

Mil Veces - Una fanfiction LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora