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ＰＲóＬＯＧＯ
El frío me calaba los huesos mientras veía los taxis amarillos pasar por la avenida.
Si me viera desde lejos pensaría en lo idiota que era pararse en una acera a observar.
¿Y observar qué, además? En promedio circulaban a diario doce mil autos, y asomada por una de las cuatro ventanas de uno de ellos tenía que estar ella. ¿Qué probabilidad hay? No voy a hacer la estimación correcta porque no soy matemático, pero se con certeza que solo existe una Millie Bobby Brown en el mundo, y acababa de irse a vivir su vida en Londres, una en la que yo no tenía cabida.
Cumplí 19 años en diciembre y quizá es por eso que estoy sintiendo las cosas con mucha más intensidad, pero no. Creo que mi emoción es tan real como lo fue mi aventura con ella.
Llevo en Nueva York toda mi vida, y desde que tengo conciencia, esta jungla no me había parecido más trascendental que la gente que la pisa.
Ella cambió eso.
Su presencia le dio luz a cada uno de los lugares que toco.
Pobres de nosotros mortales; condenados siempre a querer más de lo que tenemos incluso cuando ya lo tenemos todo.
Y es que me sentía flotando en el limbo hasta que la conocí. Le agrego la dosis de realidad a mi vida y se las arregló para hacerme sentir en un cuento de hadas, por más cursi que suene.
Y con la misma certeza con la que vino, se fue.
No hubo despedida dramática, no me deje caer de rodillas en el aeropuerto sollozando de dolor, no le pedí que se quedara. Simplemente deje que las cosas siguieran su curso y ojalá algún día tenga la audacia de cuestionarme esa decisión. Ojalá algún día la busqué, y mejor aún, ojalá la encuentre.
Pero, sobre todo, ojalá que Millie Bobby Brown sea lo mejor que me haya pasado en la vida, porque ella y solamente ella fue capaz de hacerme existir. No respirar, no tener un corazón que palpita como bomba atómica, no. Existir de verdad. Tener momentos que valgan la pena vivir, darles un sentido a las funciones básicas del cuerpo humano, dejar de interpretar la pantomima de un zombie y salirse de los conceptos abstractos de la vida.
Existir con las emociones que eso implica, abrazar los miedos y creer en las pasiones, tomar la mano, su mano, y descubrir los secretos del universo.
Y ahora que no está, he hecho mi misión personal en la vida hacer que eso que nació en mí, muera por ella justo en los lugares donde floreció.
Hay once lugares que me recuerdan a ti. Estos eran tierra radioactiva hasta hoy, que he decidido ponerme mi traje y visitarlos para poder olvidarte, y salir de ahí con los tragos amargos superados, siendo mejor persona, y reconociendo que no te necesito para vivir.
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N/A: Aquí está una pequeña muestra de lo que será este fanfic. Ojalá les haya gustado y llamado la atención.
