Vierzehn

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Habían pasado dos semana. Dos semanas dolorosas para LuHan. Había recibido algunos golpes por ser demasiado lento, pero no había sido tan grave como lo había sido para otros. Probablemente los nazis sabían lo débil que LuHan podía llegar a ser.

-¡Vamos! ¡Más rápido! -uno de los soldados alemanes se acercó a la fila donde LuHan esperaba para descargar las pesadas bolsas.

LuHan se acarició las manos, apenado de tenerlas asperas y mal cuidadas. Estaban sucias y llenas de heridas, al igual que todo su cuerpo. Además, apestaba. No habían recibido ni una sola ducha desde que llegaron y les permitieron ducharse con agua fría.

Se movió hacia un lado de la fila sin salir de ella para ver cuántos hombres estaban delante de él. Mientras más rápido se movieran, menos golpes recibirían.

El frío había empezado, y los pijamas a rayas no eran más que tela delgada y sucia. LuHan se rodeó la cintura con los brazos y hundió el cuello entre sus hombros. Recorrió con la mirada el lugar a su alrededor. Todos trabajaban arduamente.

LuHan pudo ver el lugar donde trabajaban los hombres con triángulos rosas en el pijama. Eran homosexuales. LuHan agradecía no tener el triángulo en el pijama.

-No lo entiendo -había dicho un día, mientras veía a los chicos homosexuales comiendo lejos de los demás. -¿Cómo pueden poner a esos chicos aquí sólo porque son homosexuales?

Yixing junto a él se encogió de hombros. -Los alemanes son unos malditos cínicos. Ellos pueden ser homosexuales si quieren, pero los demás no.

LuHan había visto como trataban los nazis a los homosexuales. No les permitían socializar con los demás, los golpeaban más seguido que a los demás y se burlaban de ellos mientras trabajaban. A veces se preguntaba que pasaría si los nazis se enteraban de que era un homosexual también. Le temblaban los huesos cuando lo pensaba.

Vio a un chico más delgado sonreírle a otro cerca de él. LuHan también sonrió. Una historia de amor en ese infierno era un rayo de luz. Se mantuvo observando a esos dos hasta que vio detrás a un grupo de generales nazis entrando al campo. Todos eran de las SS. LuHan bajó la mirada rápidamente cuando uno de ellos desvió su mirada hacia él.

Levantó el brazo y fingió frotarse la nuca sólo para ver a los nazis y no ser descubierto. Abrió los ojos desmesuradamente cuando reconoció a SeHun entre los hombres. Bajó el brazo con rapidez y se quedó quieto observándolo. Su corazón latía con fuerza en su pecho, quería correr hacia él y acurrucarse en su pecho mientras le pedía que lo sacara de allí.

-¡LuHan! -el soldado encargado de su grupo gritó haciaŕ él cuando vio que no se movía con el resto de la fila. -¡Muévete!




SeHun levantó la vista al escuchar su nombre. Buscó desesperado entre todos los prisioneros. Era un poco difícil, todos lucían delgados, tenían el pelo cortado y llevaban la misma ropa. Pero estaba seguro que LuHan estaba ahí, lo había comprobado en la lista de prisioneros.

LuHan entendió que SeHun trataba de encontrarlo, así que se puso de puntitas para ser un poco más alto. No podía mover la mano porque probablemente se ganaría un castigo.

El soldado encargado tomó su brazo con un poco de fuerza —LuHan, ¿quieres que nos maten a ambos? Ponte a trabajar. —el hombre había sido amable con él todo el tiempo, lo era con todos, de hecho.

—Pero...

DongHae se apresuró a tomarlo del otro brazo —Yo me encargo —aseguró su amigo. Lo empujó a la fila de nuevo y se inclinó para hablarle al oído —LuHan, no te distraigas. Haz lo que te dicen.

Der Feind •HunHan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora