Capítulo 1

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Soñé con ella anoche. No tengo la menor idea de cómo fue ni cómo pudo haber sucedido pero así fue como aconteció y lo cierto es que desperté sumamente consternado. Entonces, fue de ese modo como volví a verla tan de cerca, justo frente a mis narices, tan vívida, tan real que pude aspirar su dulce aroma, acariciar sus hermosos bucles castaños y rozar con mis trémulos dedos su suave y casi perfecto rostro ovalado.

El brillo de mis ojos se reflejaba en los suyos, en esos escurridizos y preciosos ojos, los que a su vez se incrustaban en los míos como agujas a un alfiletero.

Eran los mismos, exactamente los mismos que me iluminaron el alma aquella vez y que al parecer seguían provocando el mismo efecto en mi oscuro interior.

Me apresuré a su encuentro con el corazón latiendo a mil por segundos. Los pétalos violetas danzaban al ritmo del aire a nuestro alrededor y se dispersaban a su vez por nuestros cuerpos extasiados ante el encuentro.

—Reila...—susurré alelado, con la respiración cortada y el cuerpo tiritando por la conmoción.

Me sentí feliz al verla tal y como en aquellos días pero, había sin duda, algo diferente había en ella porque su mirada era distante, sus gestos imprecisos y su rictus tan álgido que en vez de expresar alegría, más bien parecía estar completamente enajenado de mi presencia. La miré por un largo rato y cuando extendí la mano para alcanzarla, de repente rodó una lágrima de sus ojos que súbitamente se congeló mientras su figura se deshacía como escarcha entre la nada. Luego sentí mis pies algo humedecidos, cuando al bajar la mirada constaté con horror el charco de sangre mezclado con pétalos violáceos a mí alrededor. Aquella visión me sumió de pronto en un torbellino, en un abismo tan profundo y ensordecido que terminó por despertarme y traerme de vuelta a la realidad.

Estaba empapado de sudor. Las manecillas del reloj despertador marcaban las cuatro de la madrugada. La casa estaba sumergida en un silencio tan sepulcral que sólo podía escuchar mi agitada respiración y los ronquidos de Koron-chan (mi perrito chihuahua) quien dormía plácidamente, acurrucado sobre mi T-shirt de Inazuma Rock Festival 2011. Al menos alguien podía dormir tranquilamente esa noche.

Corrí hacia el baño para enjuagarme la cara y luego volví a tenderme sobre la cama, quedo y meditabundo; trataba de buscar respuestas a muchas preguntas que me surgían en la cabeza y que al parecer se quedaron en vilo, en aquel pasado que nunca quise volver a recordar y que al parecer se había empecinado en buscar revancha y esta vez ya no me daba más opciones. Ya no podía escapar más.


Pensé que la había olvidado, que había borrado su recuerdo de cada neurona de mi cerebro y de cada arteria de mi corazón y desde entonces creí estar liberado, distante de todo aquello pero estaba muy equivocado... el dolor no se quedó kilómetros atrás sino que siempre se mantuvo pendiente en el mismo lugar.

Desde entonces, había pasado mucho tiempo, siete años quizá cuando en aquella noche borrascosa, el dolor y la incertidumbre terminaron por lacerarles el corazón y ponerle fin a un sueño que estuvo a punto de hacerse realidad. Sí, siete años justamente, quizá no mucho pero a Ruki le pareció una eternidad.

Esa mañana soplaba un viento gélido, el cielo estaba teñido de tenues nubarrones grises mientras en el horizonte se dibujaba la alborada y las pálidas olas de la playa se estrellaban entre los peñascos, esparciendo la espuma como brillantina por los aires. Todo parecía vaticinar el comienzo de una nevisca. Entre ese ambiente nebuloso y frío ose apersonó Ruki por esas costas. Llevaba puesto un abrigo negro que le daba hasta los tobillos, una bufanda larga anudada al cuello y unos botines de vinilo a juego. Sus huellas dibujadas en la arena eran un claro registro de su paseo por aquel solitario lugar. Había detenido toda actividad prevista en su agenda para ese día y fue muy consciente al hacerlo porque no era una de sus costumbres, de hecho, jamás se lo permitía mas siempre es sabido de que existe la posibilidad de que suceden casos en los que se tiene que dejar a un lado el perfeccionismo y ceder y en esta ocasión, le era necesario pues ya tenía una cita urgente -y quizá la más importante de su vida-con una persona en particular: el pasado.

Reila (the GazettE fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora