Capítulo 7

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El límpido cielo azul comenzó a mancharse con el naranja suave crepuscular. La dorada y pálida arena grababa cada una de sus huellas delatando su sendero, el que luego borraba las suaves olas del mar. Reila deambulaba por la orilla meditabunda y con la mirada perdida mientras el reflejo del piélago le lamía los pies.

"¿Quieres mandar a volar así no más cada uno de los valiosos momentos que tuvimos juntos? ¿Eso es lo que tratas de decirme?"

"Tu viaje no tiene fecha de regreso, no me pidas que exprese lo contrario y me conforme con quedarme de brazos cruzados mientras veo como te alejas de mí ¡Me pides que tenga paciencia ante tan egoísta decisión!"

Aquellas palabras le resonaban en la cabeza y se mezclaban con el pacífico rumor del mar provocándole distorsión a su mente. De vuelta a casa, Reila se sentó sobre la cama con un aire taciturno y aun más distraída, con una cuarta parte del crepúsculo iluminando las blanquecinas sábanas.

"Ya veo... ahora es que descubro la clase de persona que realmente eres: un ser egoísta al que le importa un comino lo que suceda conmigo".

Cada una de las palabras pronunciadas, cada verso, cada oración le rasguñaban de a poquito el corazón y cada dolor le iba carcomiendo las entrañas del alma.

"Un ser egoísta al que le importa un comino lo que suceda conmigo" volvía a resonar el eco de su voz entre sus pensamientos ¿Qué quiso decir con eso? ¿Estaba siendo egoísta al intentar aclarar sus dudas y encontrar su pasado? ¿Fue siempre así? ¿Se quedó corto su corazón ante la razón o era cierto el que le importaba un comino el amor que sentía por él al tomar semejante decisión? Ahora sí que estaba confundida hasta consigo misma pero lo cierto es que aquellas eran palabras huecas, indiferentes pero sobre todo muy hirientes. No parecían pertenecer a ese ser tierno y sensible al que tanto amaba.

Mientras su mirada divagaba con sus pensamientos y sus ojos se llenaban de lágrimas, una gota producto de la filtración que se producía en el techo cayó al compás de una lágrima que brotó de sus ojos, rozando sus mejillas y de ese modo ayudándole a deslizar con más agilidad. Fue cuando la sacudió a la realidad y constató la ligera llovizna que se reflejaba por el cristal de la ventana y que estaba lloviendo sobre la bañera pues sus chasquidos no eran más que un aviso de que el tejado se venía abajo y estaba lloviendo por dentro.

A sabiendas de que con eso no lograría nada, el desánimo no le amilanó; se pudo de pie, se cubrió la cabeza con un viejo libro y arrastró unos cuantos cubos y jarrones que estaban arrinconados y los fue colocando de manera dispersa por todo el suelo a pesar de que éste estaba completamente anegado de agua. Tomó una silla y la colocó en medio de los tarros y se sentó a contemplar el espectáculo acuático que se podía comparar con el aguacero de tristeza que anegaba su corazón. Reila alzó la mano y sostuvo unas cuantas gotas en la palma. Recordó de pronto esa noche fría en la que su cuerpo tiritaba a causa de su ropa húmeda y sus ojos no podían parar el flujo de lágrimas a causa de la angustia y la incertidumbre hasta que aquel ser con paraguas negro surgió como una luz al final de del oscuro túnel.

—Tú necesitas ayuda y yo te la voy a brindar. Sólo confía en mí...

Cómo olvidar esa sonrisa. Fue la primera vez que lo vio y a la vez el primer dulce recuerdo del comienzo de una bonita relación. De no haber sido por su ayuda jamás hubiera sabido qué hacer aquella noche. La noche cayó a toda prisa y como la pieza se sumió entre las entrañas de la oscuridad, Reila encendió el montón de velones que almacenaba en el anaquel y los acomodó en el piso. Las chispas de las mechas iluminaban su rostro que ahora lucía sereno, acto seguido se puso de pie y se detuvo frente al tocador. En él vio el listón morado y su mente se devolvió a la noche cuando el muy atrevido osó perpetrar su casa para devolverle el objeto perdido.

Reila (the GazettE fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora