Capítulo 6

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Me levanté desorientada.
Había tenido pesadillas con ésta noche.
Mi pasado no dejaba de perseguirme.
Salí de mi cuarto y observé una manta en el suelo con un par de almohadas. Ahí se encontraba Ash durmiendo ruidosamente. Me adentré en la cocina para preparar algo de desayuno para ambas. Escuché un bostezo detrás de mí.

—Buenos días—me giré y vi como Ash se restregaba los ojos y se sentaba en una silla.

—Buenos días—la saludé.

—Ahora bien, cuentame ¿qué está sucediendo entre Cronos y tú?- Ash entrecerró los ojos acosadoramente.

—No lo sé—tomé mi cabeza entre las manos— es algo extraño ya que tiene como una costumbre de cuidarme y eso no me gusta. Sé defenderme sola.

—Hombres como él dudan que nosotras seamos capaces de cuidarnos solas— ella rodó los ojos—mis hermanos son así.

—Pero no necesito de nadie—me sentía enojada y no sabía porque.

—Te gusta—Ash levantó su ceja.

—No—dije fulminandola con la mirada.

—Bien si tú lo dices. Oye acabó de ver tus dibujos, tienes talento amiga.

—Gracias. Espero poder formar una galería.

—Interesante. Samantha ¿y tus padres?- mi cuerpo se tensó con esa pregunta.

—Muertos— me giré para no enfrentarla.

—Lo siento. No pretendía ser tan curiosa es que quisiera conocerte más, eres mi amiga.

—Lo sé solo que no es fácil revivir esos momentos.

Ash no volvió a seguir con el tema. Desayunamos juntas y nos alistamos para ir a la universidad. Durante el trayecto charlamos sobre algunos gustos de ambas. Sentía que podía confiar en ella pero siempre sentía la espinilla que me hacía dudar.Llegamos a la universidad y caminamos a nuestros respectivos salones. Antes de entrar mis ojos observaron a Cronos, éste se encontraba recostado de unos casilleros. Sus ojos me escanearon y sonrió.

Rodeé los ojos, empezando a marcharme pero este caminó hacia mi.

—¿Cómo te encuentras?—lo miré como si fuera un extraterrestre.

—¿Tú, Cronos, siendo amable conmigo? —busqué mi teléfono y finjí grabarlo— esto debo grabarlo para evidencia—éste rió y acercó su boca a mi oreja.

—Oh nena puedo llegar a hacer muy amable—dijo enfatizando la palabra muy. Me alejé con escalofríos.

—Para tu información me encuentro bien gracias—su sonrisa se hizó más amplia haciendo ver sus hoyuelos.

—Siempre arisca. Me preguntó si alguien pudó haberte domésticado — sonreí.

—Jamás. Y no es que me interese tampoco— di media vuelta para irme.

—Eso veremos nena. ¿Nadie te ha dicho que nunca juegues con un demonio? Porque resulta excitante—le mostré mi dedo medio y me adentré al salón.

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Tomé todas mis clases de la mañana.
Fui directo a sentarme en una de las mesas de madera que habían en el patio. Saqué mi télefono y fruncí mi ceño al ver la llamada pérdida que tenía.

Ilisa.

Tenía que llamarla. Contarle que estaba bien. Se había convertido en una madre para mí. Marqué su número y espere que contestará.

Mi DiablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora