La puerta del autobús se abrió, dejándome vía libre para entrar tranquilamente en él. Me senté en uno de los primeros asientos y esperé hasta llegar mi parada.
Habían pasado ya dos meses desde lo sucedido. Mis padres se las apañan bastante bien acompañándome a todos lados, a excepción de hoy, ya que había suplicado por lo menos una semana para que me dieran permiso para ir yo sola a la Universidad. Se que preferían llevarme ellos a que yo me gastara mi dinero en un viaje tan corto, pero se que con los nuevos trabajos van muy ajetreados y no quiero que les despidan por mi culpa. Si fuera por ellos, se volverían a Aizona sin pensarlo dos veces, pero desgraciadamente, ya nos habíamos gastado todos lo ahorros en esta casa.
El autobús paró justo enfrente de la Universidad. Me deslicé del asiento, pagué al conductor y bajé del vehículo.
Como de costumbre en la entrada ya me estaba esperando la mal hablada de mi mejor amiga Deborah con su típica sonrisa que se ensancha más a cada paso que das. No paraba de toquetear su marrón y ondulado pelo, haciendo que éste se alisara un poco.
- ¡Hey! - Saludé moviendo mi mano con una sonrisa de lado.
- ¿Te han dejado venir sola? - Preguntó extrañada. - Desde que ese capullo intentó matarte nunca lo han hecho.
- Lo sé, pero me lo he ganado gracias a una muy larga semana de excusas baratas y súplicas. - Solté un suspiro. - Y no tienes que preocuparte, ese capullo no me mató, como tú has dicho sólo lo intentó y lo acabaron matando.
- Sí ya sé, ese chico lo mató. Por cierto, ¿cómo era? - Cuestionó de nuevo mientras andábamos por los pasillos. - Es decir, me dijiste que era joven, pero nunca me describiste sus rasgos.
- ¿El qué? - Pregunté desorientada.
- Pues de que cómo era tu sexy salvador. - Soltó codeándome y soltando una risita a lo que yo bufé. - Tengo curiosidad Rose, ni que fuera la gran cosa.
- Si que lo es. - Dije mirando hacia mis pies. - Te lo diré, pero sólo si prometes no ir a la policía y contarlo.
- No soy capaz de hacer eso Ro, y lo sabes. Se que lo proteges porque te salvó, y sinceramente yo haría lo mismo. - Dijo parándose en medio del pasillo. - Pinkie Promise. - Exclamó extendiendo su dedo meñique en mi dirección.
- ¿Es en serio Deb? - Pregunté alzando mi rubia ceja, a lo que ella asintió alegre. - Oh, esta bien, pero sin interrupciones en la explicación, te conozco demasiado. - Solté alzando de nuevo la ceja, a lo que ella asintió rodando los ojos. Al final enlazamos nuestros dedos, haciendo saber así que las dos cumpliríamos la promesa
- ¿Y bien? - Presionó ella mirándome fijamente con sus dos orbes marrones.
- Pues bueno, piel pálida y cabello castaño oscuro por lo que vi.
- ¿Y los ojos? - Preguntó ansiosa. - Seguro que tenía unos ojos preciosos.
- Así es. - Afirmé con la cabeza. - Eran grises, pero tenían un brillo especial, ese brillo especial que hace que te hipnotices con ellos, ¿sabes de lo que hablo?
Emily tragó saliva duramente,
- Sí se de lo que hablas. - Afirmó misteriosamente mientras miraba a la pared.
- De acuerdo... El timbre ha tocado hace unos segundos, así que entremos a clase. - Solté extrañada por como había reaccionado.
- Oh sí, claro. - Contestó ella mientras mostraba de nuevo su sonrisa. Una sonrisa que no llegó a sus ojos.
***
Tras la aburrida clase de Economía, Deborah y yo nos dirigimos hacia la cafetería a por algo para llenar nuestro apetito. Ambas nos dirigimos hacia la mesita del fondo, aquella que daba a la ventana. Dejamos nuestras mochilas y abrigos en las sillas. Acto seguido fuimos a la barra y cogimos un par de bandejas.
- Oye Deb, ¿por qué has reaccionado así cuando te he descrito al chico? - Pregunté directa, mientras cogíamos varios trozos de tarta de arándanos, nuestra preferida.
- Oh, por nada importante. - Dijo algo insegura. - Simplemente me había recordado a alguien, nada más.
- ¿Segura? - Volví a preguntar. Sabía que halgo se escondía, aunque a pesar de ser muy curiosa, no la quería presionar demasiado a que me contara algo demasiado privado.
Ante mi pregunta, ella asintió, mandándome una sonrisa cálida. Le sonreí de vuelta al comprobar que teníamos nuestras bandejas completamente llenas. Volvimos a nuestro sitio, deborando nuestra comida.
Y ahí fue cuando lo vi.
Seguía igual que la última vez. Su cabello castaño seguía despeinado a pesar de que pasaba sus dedos por éste para intentar arreglarlo, sus ojos grises se achicaban cada vez que sonreía. Justo como en este momento.
Salí de mi trance al comprobar que iba acompañado de otros dos chicos, uno con reflejos rubios y otro moreno. Los tres estaban hablando animadamente mientras se dirigían hacia la barra donde minutos antes Deb y yo habímos estado.
Y entonces hizo algo que no me esperaba. Se giró hacia nuestra dirección. Y nuestras miradas se cruzaron. Azul contra gris, peleando por saber que estaba pasando en este instante. En ese momento mi respiración se detuvo, conteniendo un suspiro.
Un momento, ¿si estudiamos en la misma universidad quiere decir que lo tendré que ver todos los días?
Me decanté a pensar que así era. Vaya, esto se pone interesante.
.
Siento muchísimo no haber publicado en tanto tiempo, pero estaba con otros proyectos en mente, y no recordé actualizar :c
También siento que el capítulo sea algo corto, el no tener tiempo para nada verdadermente me está matando.
Bueno, ¿deducen algo? ¿Por qué creéis que Deb se mostró nerviosa ante la descripción del chico? ¿Que creéis que hará Rose después del enfrentamiento de miradas contra el chico misterioso?
Lo descubriréis en el próximo cap, nos leemos pronto :3
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Between the four shadows
AcciónUna noche fría de invierno Rose Maxwell fue salvada de un posible asesinato. De no ser por él ahora estaría muerta. La mayor sorpresa fue cuando encontró a su salvador en su misma universidad. Aunque lo único que le dijo a la inocente Rose fue que n...