Capítulo 4.

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-¡Maldita sea!, ¡La Universidad me está matando!.-Gritó mientras se ponía de pie de la gran cama queen pero al bajar, cayó hacia un gran sofá rojo. -¡Qué diablos!

-No me grites.-Le reprochó un hombre alto, fornido y barbón.

-¿Ahora qué quieres?.-Frunció el ceño sin comprender.

-Que no te he mandado a besar a la emisora de Dios cada vez que tienen sus encuentros.-Harry sonrió.

-Es divertido.

-¡Divertido va a ser verte encerrado en los nueve infiernos!.-Le advirtió.

-¡Hey!... no, no, no, no…-Tragó fuerte por su manzana de Adán. –Tu no harías eso, ¿Verdad querido padre?.-Dijo y Satán

suspiró.

-Te estás tardando en madurar…

-¿Qué especie de fruta soy?.-Frunció el ceño y subió ambos pies hacia la bracera del sillón.

-¡Maldita sea!, ¡Te he enviado para ganar!, ¡He puesto toda mi confianza en ti porque sé que eres el único hijo que no me defraudaría en algo tan delicado!.-Su voz omnipotente sonó por toda la habitación y las llamas se hicieron dos metros más grandes. -¡¿Y tu que haces?!, ¡Besarte con esa!.

-¡Oye! Tranquilo…-Harry se puso de pie. –De acuerdo, seguiré tu plan, sólo llévame de nuevo a mi habitación.

-Más te vale que así sea Harry.-Le advirtió y enseguida Harry apareció en su habitación.

-Pero que m*erda…-Susurró

-Y por cierto.-Dijo de nuevo la dura voz que provenía de sus espalda.

-¡¿Quieres dejar de hacer eso?!.-Lo flminó con la mirada encendida. -¡Estoy desnudo!

-Hijo…-Sonrió. –Yo te he creado. –Harry bufó.

-¿Qué querías?

-Se cruel…-Desapareció con un chasquido de dedos.

Harry bajó del Ford y caminó con paso decidido por la explanada que ______ había dejado atrás hacía unos instantes. En el lado opuesto de el mismo edificio grisáceo apoyó la mano sobre la gran puerta sobre, suspiró un par de veces, si quería ganar, tendría que hacer esto, si, estaba por cambiarse de Universidad justo al último año, la comezón del lunar carmesí se apoderó de el de nuevo y arrugó el rostro. “¿Podrías hacer que pare esto?” susurró mientras señalaba el lunar y enseguida la comezón paró.

Avanzó hasta el gran salón que se suponía que era la administración central donde se encontraba la oficina del rector Evans, según Satán le había dicho, entró y sin decir “Buenos días” se dirigió hasta la puerta con paso firme, tocó un par de veces y la abrió sin importar nada.

"Toda una eternidad" H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora