Little Bastard

Única Parte

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Debí de haber tenido diecinueve años cuando lo conocí. Fue meses después de la filmación de rebelde sin causa y su escandalosa ruptura amorosa con Anna Maria Pierangeli, cuando él tenía ya veinticuatro años.

Su agente, Dick Clayton, me llamo un día para decirme que Harry quería conocerme. Yo conocía su nombre, era muy mencionado en ese entonces por lo que era casi imposible no saber quién era, sin embargo no había visto ninguna de sus películas, por lo que apenado rechacé su invitación.

Unos días después de mi plática con su representante apareció en mi puerta con un cigarrillo entre sus labios y su cabello perfectamente engominado. Lucía tan guapo como se decía en las revistas y programas de espectáculos que mi madre disfrutaba durante las tardes, que dude por un momento que fuese real.

Recuerdo haberlo admirado durante largos minutos hasta que una risa melódica escapó de sus labios bien formados, para después darle paso a una presentación elegante que no hacía falta pero que me resultó sumamente adorable. Platicamos un rato sobre temas triviales y Harry parecía sumamente interesado en mi vida.

Sin duda el verlo moverse con naturalidad por el porche de mi hogar y su trato tan fraternal hacia mi me dejó atónito; no obstante su invitación al cine lo hizo más. Él era una gran estrella de Hollywood, mientras que yo era un chico extranjero con poco conocimiento del inglés que apenas comenzaba en el mundo de la actuación, por lo que era inexplicable su tan reciente interés hacía mi.

Asistimos aquella tarde a la función estelar que se presentaba en el cinema cercano a mi casa; no puedo remembrar el nombre del filme o qué actores aparecían, pero si el calor que su gran mano transmitía contra mi muslo y el sabor azucarado de sus labios contra los míos al final de la película.

Luego de esa tarde ya no nos separamos. Harry tenía una casa en el valle y yo la mía en West Hollywood. Nos repartíamos entre ambas para pasar momentos juntos donde coexistíamos como dos huérfanos.

Hacíamos, también, excursiones en su moto, íbamos al cine donde nos besábamos en la oscuridad de la sala mientras la proyección corría frente a nosotros; o íbamos a pubs donde escuchábamos jazz y bailábamos al ritmo de las voces magníficas de los intérpretes como dos adolescentes completamente enamorados.

Harry era un apasionado por los autos, disfrutaba correr su Porsche en rally's donde casi siempre se disputaba los primeros lugares; en varias ocasiones formé parte de la multitud que lanzaba ovaciones en su nombre y lo animaba a acelerar más. Era increíble verlo competir, lograba ponerme de nervios cada vuelta y alegrarme cuando cruzaba la meta a salvo; en repetidas veces corrí hasta donde su auto para tomarlo en un beso apasionado que nos robaba el aliento y hacia a todos a nuestro alrededor suspirar enternecidos.