CAPÍTULO SEIS

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En el vecindario donde Lizi vive hay un chico que le gusta, su nombre: Javier.
Ese chico de piel morena, ojos marrones y hermosa sonrisa la trae loca, es que es tan guapo para ella, cada vez que lo mira roba sus suspiros sin darse cuenta. El problema es que el titiritero ya se dio cuenta que hay alguien, otro hombre por el cual Lizi se siente atraída y eso claramente no le gusta a él.

—Lizi ya me di cuenta que me estás engañando— El titiritero le dijo en un tono de enfado, acercándose a ella de manera cautelosa, pero mostrando su molestia a través de su ceño fruncido.

Lizi estaba ojeando una revisa de moda cuando lo escuchó entrar a su dormitorio, hablando en tono de enfado, lo cual la hizo sentirse confundida, ya que no entiende nada.  —¿De qué hablas? A ver, a ver, ¿comó así que te estoy engañando? — Ella le pregunta en tono de confusión y ligera sorpresa a la vez, porque para empezar él y ella no son una pareja, él le ha dado unos cuantos besos en sus mejillas, sí, pero no le ha propuesto una relación de noviazgo.

—Mira Lizi, yo no estoy de humor para tus bromitas. —El titiritero gruñe aprentando los dientes, acercándose tanto a ella que ahora sus narices se tocan, él le quita la revista y la aleja de su vista, luego con una mano agarra sus muñecas y con la otra la agarra de la barbilla, obligándole a mirarlo.

—A ti te gusta un chico, no sé quién carajos es, pero a ti te gusta, por eso ya no quieres pasar tiempo conmigo.— Él dice en voz baja, pero su tono de enfado es más que claro.

—¿O sea que a mí no me puede gustar alguien? —Lizi le pregunta en voz baja, manteniendo la calma para evitar que él se enfade más de lo que ya está.

—¡No, no te puede gustar nadie! —Él espetó molesto, apretando su agarre en sus muñecas y barbilla, lo que la hizo lloriquear de miedo.  —Eres mía, no puedes estar con nadie más... Ningún otro hombre puede tenerte, me perteneces, sólo a mí.

El titiritero la mira a los ojos de manera amenazante, siente que su sangre hierve de celos, Lizi es suya, sólo suya y pensar que a él le gusta un hombre que no es él simpletemente lo vuelve loco de celos y enojo.

El titiritero respira profundo y la suelta, alejándose de ella y dándole la espalda, no quiere hacerle daño, de hecho, ni siquiera pensaba en hacerlo, no sabe qué le pasó, simplemente no pudo soportar que hubiera otro hombre que llamara la atención de ella.

Horas después, ya había anochecido, Lizi se había quedado dormida ojeando la revista, el titiritero la observó por un buen rato, para luego acercarse y recostarse por detrás de ella, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, atrayendola hacia su cuerpo, lo que la despertó y la hizo quejarse en voz baja, pero antes de que pudiera hablar, él la interrumpió, hablando primero.

—Shhh... Perdóname muñeca, perdóname por haber actuado como un idiota hace rato. —El titiritero se disculpó en tono sincero, acariciando su cintura y presionando sus labios contra la piel desnuda de su hombro.

—No me gustó tu actitud, me asustaste, pensé que ibas a golperme... —Ella se queja en voz baja, intentando detener sus caricias y besos.

—Lo sé, lo sé, no fue mi intención hacerte sentir así, no sé qué me pasó, mi amor... Pero te juro que nunca te lastimaria... prefiero morirme antes que golpearte. —Él susurra arrepentido, apretando su agarre en su cintura, dejando un rastro de suaves y húmedos besos en su terso hombro, lo cual la hizo estremecer y cerrar sus ojos, a pesar de estar molesta con él, su cuerpo estaba reaccionando a sus caricias y besos, situación que el titiritero tomó de ventaja, ya que continuó con sus acciones y se detuvo una vez que ella se quedó dormida en sus brazos.

Mi Pequeña TítereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora