Hacia un día lindo y soleado cuando Brittany se enteró que su marido la engañaba con una colega del mismo hospital donde ella trabajaba. Los vio en un restaurant de comida rápida besándose y sonriendo muy felices. Ella pasaba de casualidad a comprar algo para llevar, afortunadamente no lograron verle.
Brittany lo sospechaba desde hacía algún tiempo y ahora lo confirmaba. El muy cabron la estaba engañando. Furiosa regreso de vuelta al hospital donde ella trabajaba ya no tuvo hambre para comerse la comida que había comprado. En vez de comer empezó a buscar tiendas de armas en el internet y decidió que esa misma tarde iría a comprar el arma con la cual se vengaría.
Salió a la calle con la excusa de una visita a domicilio a un paciente y se dirigió a una armería. En el camino fantaseaba sobre su venganza. Pensaba en cómo le dispararía a la frente al adultero, en como rogaría el por su vida llorando y pidiendo perdón. La otra mujer la ginecóloga de segunda, lloraría como una zorra, arrepentida ya sin esperanza alguna, antes del tiro definitivo. Solo de esa manera, pensaba, era posible restaurar su honor de mujer, ningún ser humano que se precie debería tolerar tal traición. A plena luz del día, como burlándose y regodeándose de su fechoría, cual sinvergüenzas, estaban exhibiéndose en un lugar público. Así los había visto y eso no podía quedar impune de ninguna manera. Por momentos, al pensar en los detalles de la venganza, Brittany sonreía.
Sin embargo, una cosa es fantasear y otra cosa es la realidad. Brittany nunca había sido una persona violenta, sus amistades la conocían por su tremenda paciencia y su don de gentes. Nunca había disparado arma alguna. Al llegar a la tienda de armas y ver el primer revolver que le mostro el vendedor, sintió miedo. Matar no iba con su naturaleza, y ahí frente a un entusiasmado vendedor que no paraba de alabar las virtudes de las armas que ahí se vendían, lo comprendió con tristeza. Disculpándose, salió de la tienda y le pareció que a pesar de ser una linda tarde, todo estaba nublado y el día era gris.
Brittany se había casado con Matt hacia 3 años. Pese a intentarlo, no habían tenido hijos. Buscando alternativas y consultando colegas en su trabajo, habían llegado hasta la ginecóloga la ahora amante de su esposo. Pero en lugar de ayudar a la pareja a tener hijos, la muy cabrona había decidido ayudar solo a Matt, ahora caiga el veinte porque nunca le quiso cobrar honorarios, pues claro se los estaba cobrando con su marido acostándose con él. Con que palabras lo habría seducido? o peor aún. Fue Matt quien la sedujo?
Con estos pensamientos se atormentaba la pobre mujer traicionada. Cuando sonó su celular. Era Matt el vulgar adultero, que llamaba desde su celular. Preguntando que donde estaba. Ese mecanismo de control que antes le gustaba ahora la puso de peor humor.
Brittany: Que quieres?
Matt: Amor a qué horas regresas a casa? tengo muchas ganas de ti!!
Brittany: No me Jodas!!!- le grito, y corto la llamada.
Al terminar la llamada Brittany estaba temblando de cólera. Ya había regresado de enmotelarse con aquella zorra? Acaso la llamo desde el mismo motel? O en su propia casa los descarados le ponían los cuernos? Por su cabeza nuevamente cruzaron los pensamientos homicidas. Algo tenía que hacer, tal ofensa no podía quedar sin ser vengada. De alguna manera le haría arrepentirse. Paso a un bar que frecuentaba junto a otros colegas desde que ella era pasante de medicina a echarse un par de tragos mientras la tarde, ahora sí, se ponía realmente nublada.
En el bar había dos mesas ocupadas. Una con un grupo de pasantes de su hospital y otra con unas mujeres que no pasaban de los 25 a las que veía y saludaba cada vez que iba a ese lugar. A cuantas de aquellas mujeres las engañarían sus esposos? pensó. Pidió un whisky en las rocas. Después del segundo vaso, fue a pedir otro a la barra y una de las mujeres de las que saludo al entrar le dio conversación.
Santana: Penas en el amor?-le dijo sonriendo.
Brittany: Tanto así se nota?-le pregunto, sonriendo a su vez.
Luego de que el bartender le sirviera el trago fueron a sentarse a una misma mesa y empezaron a conversar.
Santana: Yo ya se cuando miro a una mujer traicionada, el orgullo herido se nota de inmediato.
Brittany: Supongo que se me nota en los cuernos-respondió riéndose.
Santana: La vida, mi estimada, se encarga de poner las cosas en su lugar.
Brittany: O la muerte.
Santana: No me digas que tú quieres matar a tu marido?
Brittany: No, solo digo que también se muere la gente, a veces.
Así fueron conversando las nuevas amigas, riéndose por momentos a carcajadas. A la mujer latina también le habían puesto los cuernos, pero su mujer le había pedido que antes de pensar en el divorcio aceptaran juntos una terapia matrimonial para así poder salvar su matrimonio, por lo que ella acepto.
Después de varias horas de plática y whisky, las Brittana se despidieron, no sin antes intercambiar números telefónicos porque realmente se pudo percibir que entre ambas se dio la química. Afuera llovía. Brittany recordó con un poco de amargura que a Matt le gustaba ver los reflejos de las luces en las calles mojadas de la ciudad; le parecía romántico. No quería regresar a casa y fue aun club de desnudistas, donde salió de madrugada. Al llegar a casa se tendió en el sofá de la sala y se quedó profundamente dormida.
Al día siguiente, con la resaca de la noche anterior, todo parecía haber sido un sueño. A duras penas tomo una ducha y se fue a trabajar, tenía muchos pacientes que atender. Evito encontrarse con Matt. Ya en su oficina del hospital, recordó la escena de su esposo besándose con la ginecóloga y se volvió a amargar. Sin embargo, al recordarse de todo lo que había pensando para vengarse, se echó a reír. Ella que nunca había disparado un arma en su vida, pensando en matar a alguien. Era ridículo. Además corría el riesgo de ir presa y perder ya no solo a su esposo, sino todo lo que había logrado.
Salió al mediodía para ver si encontraba de nuevo a su esposo y a la amante en el mismo lugar, pero no los encontró. En el camino de regreso al hospital los vio en el carro de la ginecóloga. Los siguió. Se bajaron en una tienda de supermercado a comprar comida. Mientras hacían cola para pagar, se besaban como novios enamorados. Brittany bajo del carro y se acercó a una distancia prudente. Saco el celular y les tomo fotos.
Al regresar a su trabajo subió las fotos a su página personal, etiqueto a su esposo y a la amante y las publico. Por la tarde fue con la abogada personal del hospital para asesorarse. Matt marco muchas veces a su número, pero Brittany no contesto en toda la tarde. Al salir del despacho de la abogada, se sintió un poco mejor, respiro hondo y se pensó que desde hoy su vida cambiaria para bien.
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Mujeres Asesinas
RandomTu marido te deja, conoces a una mujer en un bar , tienen una aventura y con el tiempo se hacen novias, en tu trabajo te culpan de la muerte de un paciente y la madre se quiere vengar de que no hiciste nada para salvar a su hija.