Black Smoke

1.

—¿Puedo sentarme?

Damian alzó la vista algo confundido al escuchar la pregunta. Frente a él, mirándolo con seguridad, estaba un joven delgado, de tez clara, con el cabello castaño claro lo suficientemente largo como para cubrirle parte de la nuca, vestía unos jeans apretados y chaqueta de mezclilla que no combinaba con el ambiente frío de afuera. "Es apuesto", fue lo primero que pensó Damian al verlo.

—C-claro. Adelante.

—Gracias.

El joven se sentó en el banquillo de la barra al lado de él y con mucha confianza, como si conociera al barman de toda la vida, pidió una cerveza. Damian sentía su mirada fija en él, y la había sentido antes también cuando recién había llegado al bar, pasó a su lado y al cruzar sus miradas por accidente, el chico le sonrió. Sin duda se veía joven, de unos ¿20? ¿21? Pero claro que alguien tan joven como él no le prestaría atención a alguien como Damian, además era hombre también, y aunque él era gay, estaba seguro de que no había dado ningún indicio de que lo era y mucho menos de que esa noche quería ligar. Justo cuando pensó que el castaño en realidad solo quería beber solo como él, el chico le habló.

—¿Estás solo?

Damian miro hacia los lados confundido. ¿Dónde estaba Rebeca, su hermana? No estaba muy seguro de lo que había pasado los últimos 20 minutos, desde que empezó su tercer trago. Oh... Cierto. La encontró unos metros más adelante, conversando en voz muy baja con una chica recargadas en una columna, se había ido con la primera mujer bonita que se le puso en frente hace unos momentos. Es decir, no era mucho de su incumbencia a quién se tiraba o en donde lo hacía, pero justo en ese momento, Damian hubiera preferido tener como excusa a su hermana para no tener que lidiar con este tipo de situaciones, en este momento, prefería estar solo.

—Sí, estaba con mi hermana hace un momento, pero creo que encontró algo más interesante. — dijo algo enfadado para después darle un trago al vaso que tenía en la mano.

—No se oye como una buena hermana—bufó el chico. —Dejarte solo justo hoy, justo ahora.

No tenía que decírselo un desconocido para saberlo. Después de todo era víspera de año nuevo, y en unos minutos, el reloj daría las 12. A pesar de que Rebeca lo había convencido para sacarlo de su apartamento, diciendo que le sentaría bien el aire fresco en lugar de quedarse con los recuerdos que llenaban todas las habitaciones, recuerdos de una relación de 4 años que no había salido bien. Le había parecido a Damian que Rebeca tenía razón, estaba cansado de sentirse deprimido por alguien que no valía la pena, pensó que olvidarse del trabajo y salir con su hermana le sentaría bien, después de todo, solo irían a festejar el nuevo año a un bar, ellos dos, como solían hacerlo antes. Pero después de un apresurado "en un momento regreso", Rebeca lo había dejado de lado y se había ido detrás de una chica.

Ese año cumpliría 28 años, ahora era soltero y era dueño de una cadena de 5 clubes nocturnos que había construido él mismo a partir de años de trabajo y gracias a la parte que le correspondía de la herencia que sus padres le habían dejado al morir en un accidente de tráfico 10 años atrás. Él y su hermana Rebeca habían aprendido a independizarse más rápido debido a eso, vivieron con unos amigos de sus padres un tiempo, la familia de Emma, a quienes sus padres habían designado como tutores legales en caso de que les sucediera algo, pero en cuanto Damian se graduó de la universidad y comenzó a trabajar, consiguió un pequeño departamento para él y su hermana. Hace 3 años que Rebeca había decidido mudarse y desde entonces Damian vivía en un departamento en la zona centro de la ciudad, mucho más grande y que al estar en el octavo piso del edificio, tenía unas vistas preciosas que se podían apreciar desde los amplios ventanales que había hecho poner en el salón principal.