One shot

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El día es soleado. Los rayos del sol pegan directamente sobre mi rostro mientras camino por las desiertas calles de la ciudad. Puedo escuchar el maullido de un gato que me observa desde una esquina. Le dedico una breve mirada. Camino durante algunos minutos más hasta que vislumbro el cartel negro que me mira burlescamente, como si no pudiera hacerlo. Y los dos sabemos que eso no es verdad, y que esto lo he hecho demasiadas veces como para llevar la cuenta.

Tiro de la puerta de cristal y la música ya empieza a llegar a mis oídos, penetrando en cada músculo de mi cuerpo. Observo a un señor sentado en una de las sillas con una revista sobre su regazo, sumergido completamente en su lectura. Debe tener unos cincuenta años. Lleva el cabello largo y liso, por el hombro, y una bandana negra adorna su frente. A pesar de que fuera hace calor, aunque aquí dentro no tanto, viste un chaleco de cuero. No parece que sea fresco para llevarlo en esta época del año.

Lo saludo con un ademán ya que ha alzado la cabeza en cuanto he cruzado el umbral de la puerta. Él sonríe. Nunca lo he visto por aquí. Debe de ser nuevo en la zona. Saludo a Maddie, la recepcionista, para que sepa que he llegado.

—Siéntate Issy, después de este caballero pasarás tú.

—Claro —le contesto tomando asiento al lado del hombre.

Cruzo las piernas y observo todo lo que me rodea. Nada ha cambiado lo más mínimo desde los dos años que llevo viniendo aquí, excepto algunas fotos que se muestran en las paredes.

— ¿Qué se va a hacer, señorita? —me pregunta una voz desde mi lado derecho.

Giro la cabeza para encontrarme al hombre mirándome con una sonrisa. Algunas arrugas se le forman en torno a sus ojos, mejillas y frente pero, a pesar de eso, sus ojos azules le hacen parecer atractivo para alguien de su edad.

—Quiero una ninfa en el lado derecho del cuello —le hablo con total confianza. Me recuerda al abuelo que nunca conocí—. ¿Y usted?

—Un trébol de tres hojas —me enseña una fotografía de la revista—. Significan salud, familia y amor.

Asiento en respuesta fascinada. Nunca había escuchado nada semejante. Normalmente los tréboles que se hacen son de cuatro hojas, para simbolizar la suerte. Pero él no. Prefiere simbolizar lo que se necesita, más que el azar.

—Es muy original —hago una pausa para reflexionar durante unos segundos—. He elegido una ninfa porque son jóvenes y hermosas. Y todos los hombres están a sus pies. Me gustaría ser como una de ellas —confieso.

Antes de que el hombre pueda decir algo más, la voz de Maddie le indica que puede pasar dentro de la cabina. Y es cuando la música que suena de fondo y yo nos quedamos a solas, acompañándonos.

***

Pasados bastantes minutos de estar contemplando el techo y de tararear las canciones que suenan, veo al señor de antes emerger por la puerta de la cabina. Me mira con una sonrisa dibujada en su rostro, y en su brazo puedo distinguir el plástico transparente debajo del cual se aloja su nuevo tatuaje. Y antes de que me percate, Maddie ya me está indicando que pase dentro.

El hedor a tinta y a velas aromáticas se funde logrando ese raro estupor familiar. Me muevo con ligereza hasta el asiento de cuero negro y me siento sobre él. El cuerpo que tanto estaba deseando ver está de espaldas a mí y sus trazos son tan fuertes como gráciles. Sus brazos, esos que me hacen estremecer por su volumen, están plagados de diversos y maravillosos tatuajes. Cuando se da la vuelta y me mira puedo apreciar mejor sus pupilas color esmeralda, que destellan entre toda la iluminación de la estancia.

—Tú otra vez... ¿No tienes suficientes tatuajes en tu cuerpo? —me mira con una sonrisa irónica.

—Me gustaría parecerme a ti —digo sarcástica cruzando los brazos.

Tattoo | h.s |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora