8 La Catrina de México

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Daniel estaba seguro de pocas cosas en la vida:

a) Nunca combinar Vodka con Tonayán.

b) Madonna es LA DIOSA.

c) A los malditos dioses Aztecas les encantaban sin motivo las construcciones que desafiaran toda física y lógica humana.

d) Odiaba con toda su alma todas las construcciones que desafiaban la física y lógica.

Había decidido dejar de correr como desquiciado y entró a una fondita a pedir prestado (robar) un desayuno completo. Bebía café mientras dibujaba en una serie de servilletas unidas por diurex todo el mapa del Mercado dónde se encontraba. Había comenzado en una entrada en medio de un Bosque infestado de Ihiyotl, por un bosque Puebla o Tlaxcala seguramente. Después fue a dar a un Mercado de Sonora, después a uno de Veracruz y ahora estaba en Guanajuato. Cómo mínimo habría deseado llegar a uno del centro del país, para así poder encontrar a los demás con mayor facilidad.

Lea llegó con una cartera regordeta. — ¿La robaste, Lea?

Su amiga sólo se alzó de hombros y le dio el dinero a Daniel. Bien al menos no se robarían el desayuno.

Lea comenzó a olfatear el aire y a golpear la pierna de Daniel con emoción.

— ¿No puedes esperara a encontrar algo después de que acabemos de desayunar, Lea?

Su amiga comenzó a correr.

Daniel tomó su mapa de servilletas y dejó lo cuádruple del precio de su comida.

Corrieron por miles y miles de pasillos, unos casi idénticos a otros, Daniel preguntaba sin césar que era lo que perseguían, pero al escucharlo levantó emocionado a su amiga y corrió siguiendo sus órdenes. Frente a ellos se encontraba Gus, el quetzal de Alex, bañándose en una fuente. — ¡GUS!—Gritó emocionado Daniel, descubriendo que jamás se había sentido tan emocionado de esa forma por encontrarse un ave.

El quetzal voló hasta ellos mojándolos levemente. Él y Lea comenzaron a ponerse al día.

—Sí, sí, reencuentro hermoso. Gus ¿Dónde maldita sea estamos?

El quetzal comenzó a silbar, Lea fue la intérprete.

—El Mercado de Miquiztel, bien... Diosa de la muerte... Todos los Mercados del País conectados por su magia... Eso es estúpido, anotado... ¿Cómo salimos de aquí?

Gus y Lea lo vieron incrédulos. — ¿Es parte de la maldita misión verdad?—Asintieron sonriendo, como si fuera lo más maravilloso e la vida—. Los odio. Bien, tengamos nuestra desgraciada aventura épica Azteca en un Mercado infinito controlado por una diosa de la Muerte, púdranse todos, yo sólo quería desayunar en paz.

Ale apareció conteniendo las nauseas en una cafetería.

Cayó al piso tratando de contener la respiración.

—Xiuhcitlalli—dijo una voz dulce—. Es un gusto verte por aquí.

Ale volteó a ver a quién Le hablaba. Un esqueleto de color rojo y tintes anaranjados, con un vestido, gafas de sol y un sombrero con flores encima. Esos eran los efectos de que todo un país convierta a una diosa en la figura emblemática número uno en la fiesta más importante de la Nación.

—Señora Miquiztel, un gusto encontrármela de nuevo.

La diosa rió con dulzura y alzó su taza de café. —Acompáñame, Xiuhcitlalli. La casa invita.

Alexandro se sentó abochornado, con los jirones de tela blanca que llevaba encima y el intento de pantalón que aún le quedaba. — ¿Dónde nos encontramos, mi señora Miquiztel?

Los Guerreros del Quinto Sol II: Las Nuevas Guerras FloridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora