•Castigo N°3: Gula•

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Al día siguiente para la sorpresa de los muchachos, a los pies de los sillones se encontraba una bandeja con comida. No era mas que una sopa de pollos y verduras instantánea, un pedazo de pan blanco, casero y una botella de 2l con agua fresca. Obviamente, junto a todo esto una cuchara de metal.

-¿Qué es todo esto?- Pregunta Kakeru, mientras se levanta de su corto letargo. Le tomó unos segundos aclarar su vista para ver a sus compañeros ya despiertos.

-No lo sé- dijo Al, cruzándose de brazos- Pero cuidado, nunca nada bueno surge de este sucio y malicioso lugar.

-Veo que han aprendido correctamente como funciona este lugar.-

Kakeru se levantó exaltado ante la nueva presencia, Al y Wesker se dieron media vuelta para enfrentarse cara a cara con Riuko.

-Tu...-dijo Al con un tono vengativo e iracundo, apuntándola con su arma. -¡Estás muerta!- La chica atentó a atacar a la demonio, pero Wesker la detuvo tomándola de la cintura. -¡Suéltame maldito hijo de perra!-

-Al. Cálmate. No sé cual sea tu asunto con eso, pero un sobreviviente admirable no se comporta de esta forma.- El soldado la sostuvo unos segundos más hasta que la rebelde se calmó. Ella lo miró con los ojos entrecerrados. Esperó a que el joven se distraiga y se safó de su agarre.

-¡Como ustedes quieran!- Dijo Al, acomodándose la ropa. -¡Pero esta demonio es la que me trajo aquí y apuesto que a ustedes también!-

-Bueno, Bueno, Bueno. -Riuko llevó su mano, cubierta por la manga del yukata, para cubrir su sonrisa burlona. -Creo que me han atrapado. Así es, todos ustedes están aquí por mi gran y única culpa.-

-No digas idioteces.- Dijo Wesker dando un paso hacia delante. -Yo estoy aquí para salvar a mi novia.-

-Oh...Ya veo.- Dijo Riuko mirando al techo.

-Si la tienes tú, te mataré.- Dijo realmente amenazante Wesker.

-No la tengo específicamente yo, pero está al final de la prueba. Y dicho esto, la prueba comienza ya.- Exclamó Riuko y se desvaneció en un manto de sombras.

Una simple puerta de madera apareció de la nada, lentamente se abrió, produciendo un ruido chirriante. Wesker no podía creer lo que salio de esa puerta. Sus ojos se iluminaron y se abrieron como nunca al ver a Andrea salir de la habitación. El soldado sólo quedó como en shock por unos minutos. Era asombroso poder ver a esa dulce chica pelirroja de la que se había enamorado perdidamente una vez más luego de tanta travesía. Él se veía felíz de poder hacerlo.
Ella salió del cuarto arrastrando los pies. Se puso delante de su novio y detrás de ella la puerta se cerró de un golpe fuerte. Estaba igual de linda que siempre. Pero aún así había algo distinto en ella. Sus ojos. Carecían de emoción. Parecían muertos, a secas.

La voz de Riuko resonó de algún sitio que los chicos no podían ver. -Linda, ¿no?. Este es uno de mis tantos juguetitos. Está hecho especialmente para tí, soldado genocida.- Riuko apareció en una sombra. Se acercó a Andrea y la rodeó con sus brazos. -¡Es mi preferida! Me costó mucho hacerla, ¡pero es una belleza! Nos parecemos mucho, ¿no?-.

Wesker no respondió hacia las burlas de Riuko. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo único que hizo fue acercarse a Andrea y acariciar su rostro. -Todo era mentira, eh...Supongo que jamás podré tener mi familia felíz. Todo fue un cuento de hadas...Já, de cierto modo me lo esperaba.- Decía el dolido hombre tragándose sus propias lágrimas. -Yo de verdad cambié. Lo hice por ella. Pero nada vale ahora, eh.- El pobre hombre tomó un arma de su bolsillo y la apuntó a su cabeza. Jaló del gatillo pero la bala no salió. -Es que...No puedo vivir ni morir en paz...- Su límite fue alcanzado, cayó al suelo de rodillas y apretando los dientes y puños comenzó a llorar a baldes. -Soy...Miserable...-

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2019 ⏰

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