Olor a tulipanes arrastrado por el mar.

24 1 0
                                    


  Camine lentamente hacia ella, mis nervios aumentaban rotundamente, nada podría salir mal, hasta que tropecé con una mesa y me dolió hasta el tuétano, pero no era eso lo que me preocupaba, sino el temor a ser descubierto por mi tía. Mi cuerpo excretaba adrenalina, noradrenalina, me puse alerta como si se tratara de una situación de peligro, en caso de que ella despertará y notará que alguien estaba ahí, no sabía qué podría hacer, sin embargo, era una sensación extraña que al mismo tiempo me incitaba a seguir. Ella tenía sueño pesado, y a pesar de hacer ruido por mi extremada tontés seguía dormida. Tomé las sábanas que recorrían su cuerpo, las deslice un poco hacia abajo, mi corazón latía más rápido irrigando hasta el espacio mas íntimo de mi cuerpo, era sumamente excitante, verla de frente con su torso descubierto, dejando al exterior aquella bata blanca transparente que al parecer ya no dejaba mucho para imaginar, solo bastaba con estirar un poco la mano, tomar la referencia y descubrir el pecho para dejar a la intemperie sus enormes pezones puntiagudos. 

 Al mismo tiempo mi erección crecía cada vez más, mi mente me ordenaba seguir bajando aquella sábana, lo cual ya era un gran riesgo, pero había llegado hasta ese punto, ya estaba ahí. Parecía un animal sin raciocinio, tan sólo con el impulso latente de querer ver más y más, así que tome la sábana, deslice hacia abajo, poco a poco pude mirar su abdomen, su ombligo tan pequeño y sus cuadrantes que descendían hacia la zona supra púbica, donde por fin dejo al descubierto sus hermosas bragas de encaje blanco que marcaban perfectamente las comisuras de sus labios. 

 Acerqué mi rostro a sus pechos, a tan sólo unos centímetros de distancia, los cuales aguardaban no tan solo una sin igual belleza, sino también un aroma exquisito como a tulipanes, un aroma dulce, simplemente exquisito; sus pechos color blanco y redondeados cómo un par de melones, con la piel tan frágil como el terciopelo, tan tersa y de papel; los pezones enormes parecidos al de una mujer que esta lactando, café obscuro que contrastaban con sus ojos de miel, con la areola tan bien formada y el aroma que no dejaba de penetrar mis fosas nasales. 

 Descendí a través de sus pechos, recorriendo la curvatura de los mismos con la punta de mi nariz, descendí por su esternón hacia su abdomen y de esa manera llegar al monte de venus, después a sus ingles, mientras ese aroma subía hasta mis nervios olfatorios y era interpretado por mi cerebro logrando liberar endorfinas que estimularan mi ser, relajándolo y excitándolo al mismo tiempo, dándole la orden a mis manos para que con una estimulara mi glande y con la otra tocara sus bragas y las retirara de su sitio. Con el miedo hasta la garganta y el descaro ahora la tocaba y observaba libremente hasta que por fin mi tía se movió, un sudor frió recorrió mi piel y la erizo completamente, pero continúo dormida, dejando ante mis ojos una vagina tan delicada, tan maja, tan linda, con unos labios tan delgados y sin un rastro de pelo, y un clítoris enorme que sin duda se mostraba erecto en ese momento, esperando a ser estimulado, esperando a que alguien lo tomará y lo hipertrofiara aún más. Mirándola, tocándola, rosando mi glande con su clítoris mientras creía que ella no estaba consciente en ese momento, note como su semblante cambiaba, y como su rostro parecía de satisfacción, como sus pechos se tornaban rubicundos y sus mejillas también. Cada vez la humedad en el aire aumentaba, mi mano se aceleraba de lo distal a lo proximal y después, todo se desvaneció... 

 Una gran ola entró por la ventana llevándose todo consigo, un estruendo infernal arrasó con mi consciente y perdí el conocimiento.  

TULIPANES EN EL MAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora