Ese día era uno más de la hermosa utopía que Valentina creaba para mí, ahora lo recuerdo y miles de sensaciones me recorren con nostalgia, mi corazón tiene sus último palpitares con odio, la vida hacía que mi felicidad me guiará a lo que fuera, el fin del cielo que Valentina creaba dentro de mí, aun así, el consuelo de sus manos en las mías, mi cabeza en su pecho, mi ser escuchando sus gritos desgarradores, y lo que siento por ella, siguen estando tan latentes y mezclados.
-Deberías descansar bien, mañana empiezan las clases otra vez y de seguro el miércoles brillarás –decía Valentina con sus dedos entrelazados a los míos, estando fuera de mi habitación.
-y todo gracias a ti –le susurré con una boba sonrisa en el rostro.
- ¡claro que no! –Dijo riendo- eres talentosa, yo sólo hice que jugaras conmigo –me abrazó con fuerza, su cuerpo lo sentía mío, su olor era embriagadormente adorable.
-Te quiero... -le susurré, de mis labios tímidos esas dos palabras sonaban a una insignificante pronunciación, pero no, era lo más sincero que sentía mi corazón, mi pecho, mi mente y los mil sentidos que Valentina alteraba con esa sonrisa que se le dibujaba bajo la nariz con hasta lo más mínimo que le hiciera reír, y yo... cautivándome con su existencia, más agradecida con la vida no podía estar; aunque pensándolo ahora, sintiendo, torturándome y recordándomelo... hubiese preferido decirle un "te amo".
-Yo también te quiero –respondió con una suave voz, que se hizo eterna en mi mente esa noche, como si mi mundo hubiese sido arreglado de principio a fin con esas palabras, amaba a Valentina, de mil maneras que superarían cualquier amor que antes pudiera haber sentido cualquier ser humano, que superara lo romántico, que superaría incluso, a la misma sociedad y sus creencias.
Recordé que tenía su chaqueta aún en mi cuarto, la hice pasar para que la recogiera, pero no lo hizo.
-Gracias por tu chaqueta –le dije tomándola entre mis manos extendiéndosela.
- ¿Es mía? –preguntó analizando la prenda azulada que poseía.
-Sí, es tuya –saqué del bolsillo aquella rojiza piedra que había caído esa mañana, mostrándosela.
Valentina la tomó con su delicada mano, cerró los ojos y mordiéndose los labios emitía pequeños gemidos en su respiración.
-uhmm...-abrió los ojos- las inscripciones –dijo repentinamente.
- ¿Qué tienen? –le pregunté con duda.
-La tenía, el día que fueron las inscripciones –me sorprendí mucho, parecía realmente que el color rojo mantenía una conexión con ella.
-Estaba en el bolsillo de la chaqueta –le dije insistiendo con que agarrara su prenda.
-póntela –dijo sin cambiar la expresión de su rostro- quiero ver –su sonrisa parecía pícara ante mis ojos, pero no estaba segura.
Me puse la chaqueta sobre el uniforme, la oscuridad reinaba en mi cuarto, cuando abroché la cremallera hasta mi cuello, Valentina esbozó una sonrisa de cautivo.
-Se te ve mejor a ti que a mí- repitió como un comentario deja vú- Buenas noches Juliana –dijo antes de besarme la mejilla y salir de mi cuarto.
Cerré la puerta esa noche de domingo, soltando la mano de Valentina, sintiendo el vacío del calor en mis manos, el frío de mi habitación había cambiado, todo en mí había cambiado.
Desperté el lunes, y lo primero que vi fue esa cinta roja atada en mi muñeca, una floja y dulce sonrisa se posó en mis labios como una tibia caricia de Valentina, me levanté, me quite el pijama y viendo mis horribles marcas de golpes en el cuerpo a través del espejo, ese objeto reflejaba más calma que un triste reflejo; con prisa de no llegar tarde, abrí rápidamente la puerta, al cerrarla poniendo mi mano en la perilla de ésta, noté una enorme cantidad de cintas rojas colgando de ella, mi prisa se detuvo, mi corazón latió a mil por hora y recordé a Valentina.
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La chica del internado ( JULIANTINA VER )
Cerita PendekJuliana Valdés es una chica de 20 años, que ha vivido en un internado desde que sus padres la abandonaron en él. Sufre constantemente el bullying físico y psicológico de sus compañeras hasta el borde de no poder soportarlo más; su monotonía empieza...